La religiosa murciana Antonia Munuera Alemán es la superiora general de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación desde 2017, cuando fue elegida por el Capítulo General. Sobre el pasado, presente y futuro del Instituto comparte su visión.
PREGUNTA.- ¿Qué sigue haciendo atractivo y actual el carisma de la Consolación hoy?
RESPUESTA.- Es un carisma vivo y operante en la Iglesia, pues es el rostro consolador de Dios. Recibir el carisma de la Consolación es sentirse vasija de barro, con un Tesoro indecible en el interior; es tener el convencimiento de que hemos sido convocadas y convocados por Dios a hacer procesos de liberación, personales y sociales, para que el mundo sea cada vez más Reino; es reconocernos con la capacidad de hablar al corazón de otras personas ayudando a encontrar la ternura, el amor, la alegría, la esperanza, el sentido de la vida; es saber que tus manos, tus pies, tu boca y tu palabra están al servicio del Humano-Dios y, como Él, entregas la vida para que otros tengan vida; y es peregrinar en la historia humana con la única misión de consolar.
P.- ¿Qué le diría hoy a los jóvenes?
R.- ¡Hay jóvenes que hacen la diferencia! Tú que me escuchas, puedes ser una, uno de ellos. Para hacer la diferencia te invito a aproximarte a Jesús, el joven de Nazaret. Jesús era un joven entregado a su sueño, el Reino, sin reservarse nada. Aunque no conseguía ver los frutos de su lucha y de su esfuerzo, hizo la diferencia: no dejó que en su corazón se apagara el sueño. Confió en su Padre, tuvo fe, creyó que su entrega por una humanidad hermanada no era en vano.
Jesús descubrió que estaba llamado a ser como el grano de trigo que para dar fruto abundante tiene que caer en tierra y morir. Y así lo hizo. Y su sueño ha atravesado la historia humana y lo seguirá haciendo contando con jóvenes como tú. Estás convocado, estás convocada a adherirte a este sueño y a vivir con la gran utopía del Reino en tu corazón –más allá de tus años jóvenes–. Solo así tu corazón se mantendrá eternamente joven.
P.- ¿Qué papel juegan los laicos hoy?
R.- El Instituto tiene su razón de ser en la Iglesia y existe únicamente para secundar su misión evangelizadora. Por ello, hermanas y laicos, formamos la Familia Consolación. La fuerza del carisma nos une y nos moviliza a ser testigos de alegría y esperanza, compartiendo el gozo y el dolor de aquellos que encontramos en las periferias existenciales. Juntos servimos al Reino. Juntos escuchamos el clamor de los pobres y de la tierra que claman consuelo; juntos nos implicamos en el cuidado de la Casa común; juntos fortalecemos la dimensión socio-ecológica del carisma para contribuir a la construcción de una sociedad más justa y fraterna; juntos actuamos en red, con otros, para extender la fraternidad.
P.- ¿Cuál es su sueño para el futuro del Instituto?
R.- Solo puede ser el mismo que tuvo santa María Rosa Molas, porque esta mujer es nuestra inspiración para vivir en la Iglesia el Evangelio de la Consolación. Y ella solo tenía un deseo, que compartía con las hermanas: “Solo deseo que el pobre sea servido y Dios alabado”. En estas sencillas, proféticas y evangélicas palabras está nuestro sueño congregacional.