El cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de México, abrió la ‘Puerta Santa’ de la Basílica de Guadalupe, a través de la cual podrán pasar los fieles que deseen obtener esta gracia concedida por el papa Francisco
El papa Francisco otorgó un Año Santo para México, al cumplirse 100 años del atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuando ésta se encontraba en la antigua Basílica, hoy templo expiatorio a Cristo Rey.
De acuerdo con información de la Arquidiócesis de México, eran las 10:30 horas de aquel 14 de noviembre de 1921, cuando un hombre pelirrojo colocó un ramo de flores a los pies de la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe, y minutos después se produjo la explosión de una bomba oculta detrás de dicho arreglo floral.
El impacto provocó la caída de los candeleros, flores y cortinas que se encontraban en torno a la sagrada imagen, doblando incluso un pesado crucifijo de bronce, pero la imagen no sufrió ningún daño. Este crucifijo, conocido como el “Cristo del atentado”, se encuentra actualmente en una vitrina de vidrio a la entrada de la actual Basílica de Guadalupe, como recuerdo de aquel acontecimiento ocurrido pocos años antes del inicio de la Guerra Cristera.
Al cumplirse cien años del atentado, el pasado 14 de noviembre, el arzobispo primado de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes, llevó a cabo la ceremonia del inicio del Año Jubilar con la apertura de la ‘Puerta Santa’ de la Basílica de Guadalupe, donde recordó que “esta es la puerta del Señor, por ella entramos para obtener la misericordia y el perdón”.
De acuerdo con el decreto, los fieles devotos que quieran obtener la Indulgencia Plenaria con motivo de este Año Santo, deberán -además de cruzar por la puerta del santuario mariano con la intención de recibirla- cumplir las condiciones que establece el Derecho Canónico para obtenerla: orar por las intenciones del Santo Padre, estar en gracia de Dios habiéndose confesado, asistir a misa y comulgar.
El Código de Derecho Canónico explica que las indulgencias plenarias liberan a las almas de la pena temporal debida por los pecados, y todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias.