España

Cristina Inogés: de la Iglesia sin consenso a la Iglesia sinodal

La teóloga y miembro de la Comisión Metodológica de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ha participado en una nueva edición de ‘Los jueves del ITVR’





La teóloga Cristina Inogés Sanz, miembro de la Comisión Metodológica de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –el cual lleva por tema ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’–, ha participado hoy en una nueva edición de los ‘Jueves del ITVR’, donde ha desgranado la raíz de este nuevo Sínodo y lo que supone para la Iglesia.



Para ello, ha puesto de ejemplo el Sínodo sobre la vida consagrada celebrado en 1994. “Juan Pablo II, en el rezo del ángelus que siguió a la celebración de la eucaristía de apertura del mismo, habló de la vida consagrada como ‘una porción elegida del pueblo de Dios’”, ha señalado Inogés. “Han pasado 27 años desde la celebración de aquel Sínodo y 25 desde la publicación de Vita Consecrata, que es la exhortación fruto de ese Sínodo”, ha continuado, afirmando, además, que “25 o 27 años parecen muchos, pero en la Iglesia, acostumbrada a medir su tiempo en siglos, es nada. Absolutamente nada. Y, por eso llama la tención, lo que ha cambiado la forma de celebrar y vivir un Sínodo en tan poquísimo tiempo“.

La primera diferencia: que aquel Sínodo “fue vertical”. Es decir, “todo venía decidido y hablado desde arriba y sí, se celebró un Sínodo, pero sin sinodalidad”. “¿Qué ha pasado en este tiempo?”, se ha preguntado Inogés. “Pues que la Iglesia se ha hundido. Benedicto XVI en un discurso empleó dos imágenes abrumadoras que fueron las de la Iglesia como ‘viña devastada por jabalíes’ y como ‘barca hundida’, pero nadie le hizo caso”.

Asumir la sinodalidad

“El Sínodo del 1994 es para una parte de la Iglesia donde todo se da sin consenso. No hay un diálogo fecundo”, ha explicado la teóloga. “El actual Sínodo es de y para toda la Iglesia, busca consenso, y es tan importante el tema que propone que, lo mismo que decimos que la ‘Iglesia es una, santa, católica y apostólica’, podemos decir que la ‘Iglesia es una, santa, católica y apostólica y sinodal’”, ha afirmado, convencida de que “es importantísimo asumir que la sinodalidad es parte constitutiva de la Iglesia” y no “un añadido de moda”.

Asimismo, Inogés ha apuntado que “ese cierto aire de superioridad que se daba a esa ‘porción elegida del Pueblo de Dios’, como si las demás vocaciones laicales no fueran tan importantes en la Iglesia, tiene además que ver como uno de los temas básicos de ese Sínodo de 1994, es el tema de los votos y más concretamente, el voto de castidad“. Sin embargo, en el actual Sínodo, “no hay porción elegida del pueblo de Dios porque todos, todos, todos… La totalidad del pueblo de Dios, y aún esa parte del pueblo de Dios en la que nunca pensamos y a laque no echamos de menos, estamos llamados a participar para construir consensos”.

Del mismo modo, Inogés ha concluido que “la diferencia entre un Sínodo y otro viene porque se ha hecho evidente que la Iglesia está institucionalmente fracturada, debido principalmente, a la crisis del abuso de poder que se ramifica en: abuso espiritual, abuso de conciencia, abuso sicológico, abuso laboral, y abuso sexual (entre otros) y este último en sus variantes de abuso sexual a niños, adultos vulnerables, y religiosas y no solamente en África”. Y, precisamente por todo esto, “es necesario este Sínodo. No un Sínodo más, sino este precisamente”.

Las claves

De esta manera, la teóloga ha procedido a dictar las claves fundamentales para este Sínodo y lo que ello implica para el futuro de esa Iglesia “católica, apostólica y sinodal”:

  • Un cambio de actitud. “Para nosotros ese cambio de mentalidad va precedido de un deseo de conversión y de una conversión. Tanto a nivel personal como comunitario”, ha señalado.
  • Escuchar de otra forma. O, en palabras de Rafael Luciani, “La Iglesia tiene que escuchar a todos, no solo a sí misma, a los de siempre”. “Con una escucha activa, con lo implica de ponerse en los zapatos de quién está hablando y entender su historia vital. Y escuchar a todos”, ha apuntado Inogés
  • Romper inercias. “Tenemos que dejar de creernos el ombligo de la Iglesia, es decir, de nosotros mismos, del mundo”, ha afirmado, instando a “hablar con valentía porque nuestro silencio será un retroceder”.
  • Preguntarse qué vida religiosa queremos.“Tenemos opciones. La cuestión es elegir el miedo que paraliza o la decisión de querer cambiar a mejor”.
  • Ser o aparentar. Inogés ha animado a la vida religiosa a “volver a despertar y a recuperar su creatividad”.
  • Generosidad. “Tenemos que recuperar la libertad de ser, porque desde esa libertad será posible hacer y actuar en libertad”, ha dicho.
  • Equidad. “Hay un aspecto de la vivencia de la sinodalidad que se nos escapa algunas veces, y es la compasión. Y hay que vivirla sin explicarla mucho, sobre todo con aquellos que son más resistentes al cambio”, ha recordado Inogés.
  • Alejados. La teóloga ha animado a “borrar distancias”. “Si me permitís en este punto, en el que soy particularmente sensible, en este Sínodo ya se ha dicho que no es un Sínodo para sacar documentos sino para hacerlo vida. Esto es muy importante. Y no significa que no se vaya a hace teología de y desde esta Sínodo. Significa que la teología que emane de este Sínodo, debe ser encarnada como toda buena teología, y en este caso, muy enraizada en los márgenes de la Iglesia e incluso fuera de esos márgenes”, ha explicado.
  • Coherencia. “Hay que hablar sobre la realidad de las mujeres en la Iglesia, sí, por supuesto, pero, hay que actuar a favor de las mujeres”, ha dicho. “No como favor, o paternalismo, sino por coherencia evangélica”.
  • Preguntarse ¿qué aportamos?. “Hay que tener mucho cuidado con los ‘desfondamientos’. Tener muy claro el presente no significa que lo vayamos a conseguir ya. El proceso de descubrir, de encajar, de aportar… lleva su tiempo. Aquí, el cuidado debe ser tomado como cuidado de atención y como cuidado con/para los otros”, ha apuntado Inogés.
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