El sacerdote abulense José Luis Retana Gozalo, de 68 años, ha sido nombrado por el papa Francisco nuevo obispo de Ciudad Rodrigo y también de la Diócesis de Salamanca. Una experiencia como la que se vive desde 2003 –tras dos años de sede vacante– en las iglesias de Huesca y Jaca. Lejos del Pirineo aragonés, Retana ha estado al frente de la Diócesis de Plasencia desde 2017, tras ser durante algunos años rector del seminario que la Diócesis de Ávila tiene en la capital charra y párroco en la ciudad de santa Teresa.
Realizó sus estudios en la Universidad Pontifica de Salamanca y en Friburgo (Suiza), y fue ordenado sacerdote el 29 de septiembre de 1979. Actualmente, en la Conferencia Episcopal Española, es miembro de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura. “He aceptado este nombramiento en el que empeñaré todas mis energías en una tarea que comprenderéis no es fácil”, confesaba abiertamente en su primer saludo a los diocesanos de Ciudad Rodrigo y de Salamanca.
Y a sus nuevos fieles les ha pedido “ayuda” y rogado “paciencia”. “Estoy seguro de que con paciencia y afecto sabréis ayudarme en esta misión que Jesucristo me confía hoy en su Iglesia”, señalaba en sus primeras palabras como obispo electo de estas diócesis llenas de historia y de futuro.
PREGUNTA.- ¿Qué le pasa a uno por la mente cuando le hacen obispo de dos diócesis a la vez?
RESPUESTA.- La primera dificultad es que yo llevo poco tiempo en Plasencia y estaba muy satisfecho, pero me han pedido este servicio que he aceptado. A mi favor cuenta que he vivido 15 años en Salamanca, en el Teologado que tiene la Diócesis de Ávila, y he convivido con los seminaristas de Ciudad Rodrigo durante ese tiempo. He participado en sus ordenaciones y he entrado en contacto con los demás sacerdotes. Ahora lo importante es ver la situación de las diócesis y, en estos días, visitaré a los arciprestes y a los colegios de consultores para, después de conocer la situación, establecer la distribución de tiempos y tareas. Voy con mucha alegría porque son terrenos conocidos con personas queridas.
P.- ¿Parte de la dificultad de la tarea viene por las primeras protestas de quienes esperaban un obispo propio?
R.- Los medios no siempre lo han aclarado bien y han dejado una sospecha –no sé si interesada–; pero ambas diócesis, así me lo dice el nuncio, mantienen su personalidad jurídica y canónica, así como sus estructuras eclesiásticas respectivas. La diferencia es que se unen en la persona del obispo, con la dificultad de que habrá una parte de la población a la que esa solución no le agrade.
P.- ¿Y cómo tranquilizar a esa parte tras lo vivido en estos meses desde algunas instancias de Ciudad Rodrigo?
R.- Es justo que defiendan tener un obispo propio, como es justo defender que en nuestro pueblo haya una escuela aunque tenga pocos niños o que el médico esté a tiempo completo aunque sea un lugar pequeño. La defensa es justa, pero una vez que el Papa ha tomado esta decisión después de numerosísimas consultas, se me envía a esta misión y voy a pecho descubierto. Espero que con el tiempo vean, con trabajo, que la diócesis está bien atendida, porque este cuidado no depende solo del obispo, hay unos equipos que ayudan a que el obispo no esté solo correteando por las carreteras. Espero que se vayan quitando prejuicios.