El guionista, actor y humorista que publica cada día su ‘Informativo matinal para ahorrar tiempo’ en su cuenta de Twitter, nos regala esta semana un espléndido testimonio: ‘Por si las voces vuelven’, editado por Planeta, en el que explica que padeció un brote psicótico por el que estuvo ingresado 15 días. Se rompió de tal forma que incluso tuvieron que atarle a la cama para evitar que se hiciese daño. En estas páginas relata cómo fueron aquellos meses de descenso a los infiernos de la locura y el aprendizaje que le dejó esa experiencia.
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PREGUNTA.- Dice que el brote psicótico es el regalo más fascinante que le ha hecho la vida, pero ¿teme que se repita?
RESPUESTA.- En absoluto. Al contrario, de hecho. He encontrado las herramientas para intentar prevenir que se repita, pero no dudo en repetir que es lo mejor que me ha pasado en la vida, con diferencia, pese a lo duro que fue.
P.- Después de eso, ¿ha vuelto a ser el mismo?
R.- Es imposible volver a ser el mismo después de lo vivido. Es una experiencia que se queda ahí. El antes te obliga a ser de una manera y el después, por narices, de otra. En mi caso, me ha convertido en alguien mucho mejor, porque me he replanteado cosas, y he puesto sobre la mesa facetas de mi personalidad que algunos prefieren no recuperar. Es imposible volver a ser el mismo.
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Las cosas solo suceden
P.- Cuando se movía la tierra bajo los pies, ¿tuvo la tentación de agarrarse a la fe?
R.- Mientras estás ahí no haces nada de forma consciente. Las cosas solo suceden. Tú has vivido en un mundo mágico y cuando sales no deseas descartar todo lo que no tenga explicación. Si cuando caes en el pozo algo te ayuda a remontar, agárrate a ello. Si alguien que no creía encuentra una nueva fuerza en Dios, le invito a que crea con todas sus ganas.
P.- ¿Fue su caso?
R.- Hubo algo de eso, pero luego vas tratando de ajustarlo. Es un mundo muy privativo, muy íntimo y no tendría palabras para explicarlo.
P.- Dice que una de las mejores cosas que le ha dejado la experiencia es que no le tiene miedo a la muerte…
R.- Tampoco es que me lo hubiera planteado demasiado, ni me quitaba el sueño. Pero si antes no le tenía miedo, ahora menos que nunca, porque tengo la sensación real de que he muerto. Para qué vas a hacerle perder tiempo al cerebro diciéndole que no ha muerto.
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