Ver para creer: el realismo como prueba

Pintura y verdad en la Valencia del siglo XVII

Durante todo el siglo XVII, ver era creer. La pintura sirvió como prueba de fe en todo el arco del Mediterráneo. El Museo de Bellas Artes de Valencia examina esa correlación en una excelente exposición que ha titulado ‘Creer a través de los ojos. Pintura y verdad en la Valencia del siglo XVII’, en la que su director, Pablo González Tornell, se estrena como comisario.



“En esta centuria, aunque también antes y después de ella, la imagen artística fue concebida como prueba, vestigio de unos hechos que, a través del arte, se tornaron reales sin ningún género de dudas para el espectador”, explica el comisario.

“En un medio dominado por la reacción católica a la Reforma protestante, las artes visuales se convirtieron en una prueba tan potente como las letras para defender la autenticidad de la ortodoxia romana –añade–. Además, esta fuerte confesionalización dio lugar a una percepción excepcional de las artes visuales por parte del fiel, que podría definirse como presencial. Es decir, en muchas ocasiones, los habitantes del mundo católico percibieron en las imágenes la verdadera presencia divina”.

A través de los ojos

Esta idea del Barroco como un tiempo en el que “creer a través de los ojos” la desarrolla excepcionalmente la muestra valenciana. “Más allá de modas, escuelas, influencias y estilemas, buena parte del imaginario religioso en el arco mediterráneo estuvo caracterizado, más que por su forma, por su contenido y función, o, más bien, por el papel que los creyentes dieron a la imagen en su sistema de creencias”, expone González Tornell.

El eje vertebrador de la muestra es el naturalismo en la pintura religiosa y las razones que motivaron, en Valencia, esta opción estética. “La pintura como verdadero retrato divino y, al mismo tiempo, como testimonio de verdad, encontró un lenguaje adecuado para desarrollarse en el realismo descarnado de buena parte de las tendencias artísticas dominantes en el arco mediterráneo desde la Contrarreforma”, añade el director en el catálogo de Creer a través de los ojos.

Esta fue una manera muy concreta de pintar y de esculpir, particularmente en los territorios que permanecieron católicos tras la eclosión del protestantismo. “Lejos de la atracción sensorial de la pintura veneciana, filtrada en el Seiscientos a través de los pinceles de Rubens y Van Dyck –manifiesta González Tornell–, buena parte de los pintores españoles del siglo XVII volvieron sus ojos hacia un cierto esencialismo de la llamada Contramaniera romana, avivada, más tarde, por el dramatismo lumínico y formal de Caravaggio, Ribera y sus muchos seguidores”.

Piezas del arte valenciano

La muestra valenciana la componen 44 obras, todas pertenecientes a los fondos del propio Museo de Bellas Artes de Valencia. De ellas, 35 proceden de los almacenes y no se muestran habitualmente. “Pone a disposición del público la mejor producción del Barroco mediterráneo, e invita al visitante a reflexionar sobre la cultura visual del siglo XVII”, según el director.

Incluye obras del discípulo predilecto de Caravaggio, Mario Minniti, y del entorno de José de Ribera, pero, sobre todo, pone en valor algunas piezas fundamentales del arte valenciano, como el Salvador de Juan Sariñena o varios lienzos de gran formato de Jerónimo Jacinto de Espinosa.

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