El Presidente de la CAL reforzó algunas consideraciones del papa Francisco para el proceso sinodal: oración y adoración, escucha y comunión
El Prefecto para la Congregación de Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina pidió que el Espíritu los ayude a discernir juntos cómo reactivar el espíritu misionero que el papa Francisco transmite con su ejemplo y su magisterio.
Marc Ouellet saludó a toda la Asamblea, a los reunidos presencial y virtualmente, y a quienes participan en modalidad de oración. Afirmó que están reunidos para actualizar el compromiso solemne adquirido en la Conferencia de Aparecida, desplegado en la misión continental.
Consideró un privilegio participar de esta Asamblea, a pesar de las limitaciones de la pandemia, que no ha podido frenar el dinamismo eclesial y social del continente de la esperanza. Este dinamismo asume el reto de la sinodalidad y promete reactivar un compromiso misionero creativo en el espíritu de la Evangelii Gaudium.
Confirmó el interés de la Congregación para los Obispos por América Latina y destacó el nombramiento del Papa Francisco de dos figuras conocidas en muchos ambientes eclesiales: Rodrigo Guerra, mexicano, Secretario de la Comisión, y la Señora Emilce Cuda, argentina, jefe de oficina en la misma Comisión. Dijo, además, estar convencido de la contribución de ambos por sus experiencias y competencias como académicos y agentes de pastoral en el campo de la doctrina social de la Iglesia.
“La Asamblea eclesial de América Latina y el Caribe es una de las variadas formas cómo la Iglesia reaprende a escuchar y a discernir”, destacó el Prefecto. Agregó que el papa Francisco al dar inicio al proceso sinodal, regaló varias consideraciones:
El purpurado aseveró que “no hay misión verdadera sin comunión eclesial profunda, ni comunión eclesial madura sin auténtico ímpetu misionero”. Cree que por la dimensión dinámica de la comunión, la sinodalidad debe orientarnos más ad extra, a compartir la “buena noticia”, y no tanto ad intra, es decir, a las estructuras intraeclesiales y los puestos de poder.
Finalmente, agradeció al Señor de la Historia la oportunidad de caminar juntos en esta aventura eclesial y pidió “que el Espíritu siempre nos ilumine a todos para hacer el mejor discernimiento en comunión profunda“.