El partido de fútbol entre el equipo del Vaticano y el de la Organización Mundial Rom, proveniente de Croacia, disputado este domingo en los campos de entrenamiento de la Lazio en Formello, a las afueras de Roma, acabó con el mejor resultado posible: un empate, en concreto por 7-7. Promovido por el Pontificio Consejo de la Cultura de la Santa Sede como signo de acogida hacia el colectivo gitano, el encuentro fue una ocasión propicia para recoger fondos para el proyecto ‘Una patada a la exclusión’, lanzado por la diócesis de Roma para favorecer la inclusión social de los rom.
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Con la estrella y capitán de la Lazio, Ciro Immobile, como árbitro, que incluso pitó varios penaltis, el primer tiempo del partido acabó muy mal (5-1) para el combinado vaticano, formado por siete guardias suizos, varios sacerdotes y empleados de la Curia y sus hijos, además de tres migrantes acogidos por la Comunidad de Sant’Egidio y un joven con síndrome de Down, que marcó un gol.
“Una patada a la exclusión”
La situación se equilibró tras el descanso al acabar con empate a siete este partido que siguió desde las gradas el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, así como Claudio Lotito y Maurizio Sarri, respectivos presidente y entrenador de la Lazio, equipo de la primera división de fútbol italiana que apoyaba esta iniciativa.
El día antes del encuentro el papa Francisco recibió en el Vaticano a los participantes, a los que les dijo que “no importa quién marcará más goles, porque el gol decisivo lo metéis juntos, el gol que hace vencer a la esperanza y que dará una patada a la exclusión”. El Pontífice también subrayó el “gran significado” de este evento deportivo, pues “muestra que el camino para la convivencia pacífica es la educación” y que la base está en “la educación de los niños”.