‘Ustedes son mis amigos’ (Jn 15,14) es el título del Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial para las Personas con Discapacidad, que se celebrará el próximo 3 de diciembre. En él, el Pontífice aprovecha para recordar a estas personas que “la Iglesia los ama y necesita para cumplir su misión al servicio del Evangelio”. En este línea les regala cuatro palabras de aliento:
“¡Jesús es nuestro amigo! Sus palabras llegan hasta nosotros, iluminando el misterio de nuestro vínculo con Él y nuestra pertenencia a la Iglesia. Los cristianos hemos recibido un don: el acceso al corazón de Jesús y la amistad con Él. Es un privilegio con el que hemos sido bendecidos y que se convierte en nuestra llamada, ¡nuestra vocación es ser sus amigos!”, ha comenzado recordando Francisco.
Para Jorge Mario Bergoglio, “tener a Jesús como amigo es el mayor de los consuelos y puede hacer de cada uno de nosotros un discípulo agradecido y alegre, capaz de dar testimonio de que la propia fragilidad no es un obstáculo para vivir y comunicar el Evangelio. La confianza y la amistad personal con Jesús pueden ser la clave espiritual para aceptar las limitaciones que todos experimentamos y para vivir nuestra condición de forma reconciliada”.
“El Bautismo hace que cada uno de nosotros seamos miembros de pleno derecho de la comunidad eclesial y, sin exclusión ni discriminación, nos da la posibilidad de exclamar: ‘¡Soy Iglesia!’. La Iglesia, de hecho, es la casa de ustedes. Nosotros, todos juntos, somos Iglesia porque Jesús ha elegido ser nuestro amigo”, ha señalado, para luego recalcar que “cada uno de ustedes está llamado también a aportar su propia contribución en el camino sinodal”.
Según el Papa, “la discriminación sigue estando demasiado presente en varios niveles de la vida social; se alimenta de los prejuicios, la ignorancia y una cultura que lucha por comprender el valor inestimable de cada persona. En particular, seguir considerando la discapacidad como si fuera una enfermedad, contribuye a mantener sus vidas separadas y alimenta el estigma en su contra”.
En lo que respecta a la vida de la Iglesia, “la peor discriminación es la falta de atención espiritual que a veces se ha manifestado en la negación del acceso a los sacramentos que, por desgracia, algunos de ustedes han experimentado”, ha afirmado. Y ha continuado: “El Magisterio es muy claro en este asunto y recientemente el Directorio para la Catequesis declaró explícitamente que ‘nadie puede negar los sacramentos a las personas con discapacidad’ (n. 272). Frente a la discriminación, es precisamente la amistad de Jesús, que todos recibimos como un don inmerecido, la que nos redime y nos permite experimentar las diferencias como una riqueza”.
“La amistad de Jesús nos protege en el tiempo de la prueba. Soy consciente de que la pandemia de Covid-19 ha tenido y sigue teniendo repercusiones muy duras en la vida de muchos de ustedes. Me refiero, por ejemplo, a la necesidad de permanecer en casa durante largos periodos; a la dificultad que tienen muchos estudiantes con discapacidad para acceder a las herramientas de aprendizaje a distancia; a los servicios de atención al público que se interrumpieron durante mucho tiempo en muchos países; y a muchas otras dificultades que cada uno de ustedes ha tenido que afrontar. Pero, sobre todo, pienso en los que viven en centros residenciales y en el sufrimiento que ha supuesto la separación forzosa de sus seres queridos”, ha señalado Bergoglio. “Como siempre -ha continuado-, la Iglesia insiste en la necesidad de que todos sean atendidos, sin que la discapacidad sea un obstáculo para acceder a los mejores cuidados disponibles”.
“El Evangelio también es para ti. Es una Palabra dirigida a todos, que consuela y, al mismo tiempo, llama a la conversión. Los Evangelios nos dicen que cuando algunas personas con discapacidad conocieron a Jesús, sus vidas cambiaron profundamente y comenzaron a ser sus testigos”, ha indicado.
“Sé que algunos de ustedes viven en condiciones extremadamente frágiles. Pero me gustaría dirigirme a ustedes —quizá pidiendo, cuando sea necesario, a sus familiares o a las personas más cercanas a ustedes que les lean estas palabras o que les transmitan este llamamiento que hago— y pedirles que recen. El Señor escucha atentamente la oración de los que confían en Él. En la oración hay una misión accesible a todos, y me gustaría encomendársela a ustedes de manera especial. No hay nadie tan frágil que no pueda rezar, adorar al Señor, dar gloria a su santo Nombre e interceder por la salvación del mundo. Ante el Todopoderoso todos nos descubrimos iguales”, ha apuntado, para luego recalcar: “Su oración es hoy más urgente que nunca”.