El secretario general de la Conferencia Episcopal Española pronuncia la ponencia inaugural de la XLIII Semana Social de España en Sevilla
Una ponencia del secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha inaugurado la XLIII Semana Social de España, que se celebra en los Reales Alcázares de Sevilla, desde este 25 de noviembre, hasta el próximo día 27. El obispo auxiliar de Valladolid ha dado buena cuenta de ‘La regeneración de la vida pública. Una llamada al bien común y a la participación’, título de esta cita convocada por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana de la CEE.
Argüello, a partir de un texto del papa Francisco y de la mano del compendio de la Doctrina Social de la Iglesia ha presentado la “caridad política” como elemento que vertebra el eje de la relación entre el cristiano y la sociedad en la que se vive la fe. Por eso, la Doctrina Social de la Iglesia es la “brújula” y la respuesta a la pregunta sobre cómo regenerar la vida pública a través del anuncio de la verdad y promoviendo un progreso al servicio de la humanidad. El prelado propuso la “importancia de pensar con las manos, de reflexionar sobre los hechos de los que somos testigos y partícipes, porque la Doctrina Social propone cambios en profundidad en el corazón, conversión y en la sociedad, innovación, revolución en algunos casos que exigen las situaciones de injusticia, para servir al verdadero bien de los hombres”.
Para el secretario general, este es un “momento histórico” en el “que hay que iluminar la caridad política y por tanto “la acción personal y comunitaria en ambientes e instituciones, para vivir el coloquio entre razón y fe, Iglesia y sociedad, historia y reino de Dios”. “Estamos en un verdadero cambio de época”, señaló el obispo apuntando que este implica a la nueva evangelización. Ese cambio de época se hace visible en la significación de la vida humana en este momento, prosiguió. Por eso, denunció que “hay un planteamiento hoy de lo humano que está en cuestión”. Argüello reivindicó “una fraternidad que no se construye desde los puños, desde los sentimientos, desde los consensos, sino que es un dato que brota de reconocer que tenemos un padre común y un futuro compartido por todos”. A los asistentes animó a “hacer presente el amor de Dios en el mundo a través de su cuerpo de bautizados”, “una acción que remueve personas, ambientes e instituciones”, concluyó.