Las asociaciones agrarias de Extremadura han convocado, para el jueves 2 de diciembre, una gran manifestación en Mérida. Su objetivo: protestar por los bajos precios de sus productos, los elevados costes de producción y los exigentes requisitos medioambientales que cada vez es más difícil mantener con su producción y los continuos recortes en las ayudas que percibe el medio rural. Y la Iglesia se ha posicionado de su lado.
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De hecho, el equipo diocesano de Pastoral Rural misionera de la Diócesis de Mérida-Badajoz se ha posicionado ha hecho público un comunicado en el que subrayan que buscan hacerse “eco del clamor de nuestros pueblos, menguantes y privados, cada vez más, de servicios y de oportunidades”.
“En efecto, una mirada al mundo agrario nos muestra una subida de los suministros básicos (luz, gasoil, fertilizantes, fitosanitarios, transporte, agua…), junto a la imposibilidad de repercutir en el precio del producto estos factores, o el de la subida del salario mínimo interprofesional”, explican. “A esto se suma la carencia, cada vez más perentoria, de mano de obra especializada; y, en algunos casos, de relevo generacional”.
Escuchar la voz de los agricultores
Desde la Iglesia extremeña consideran, de hecho, que “es preciso escuchar la voz de aquellos que nos hablan de que ser agricultor o ganadero es una ‘profesión de riesgo’, asfixiada por la burocracia, marcada por una falta de estímulos y emprendimiento, en el contexto de la crisis climática que cada vez afecta más”.
“Consideramos que la voz de nuestros profesionales agropecuarios es una llamada de atención que se alza muy razonadamente y que exige, desde la fidelidad a nuestra tierra, empobrecida y muchas veces olvidada, una escucha atenta y unas respuestas ágiles, urgentes, efectivas y proporcionadas”, asevera la Diócesis.
Del mismo modo, el equipo diocesano se ha mostrado consciente de que el futuro del sector primario es “el futuro de Extremadura”; y ese futuro pasa “por un resurgir del mundo rural y de sus productores, unos precios justos, una reducción de intermediarios y una política agraria adecuada, sostenible y circular”. “Esperamos que se introduzca una cultura del diálogo y de la búsqueda en común de soluciones que permita un desarrollo armónico y en paz”, añaden.