El sacerdote del Centro Gumilla ofrece su balance tras los comicios donde arrasó el chavismo gracias al ventajismo y abstención
Tras el proceso electoral realizado en Venezuela para renovar las autoridades regionales en 23 estados y 335 municipios, la oposición se encuentra en una encrucijada en pos de buscar caminos que faciliten caminos de entendimiento tras ser arrasada por el ventajismo oficial y las divisiones internas.
Al respecto, el sacerdote jesuita Alfredo Infante, coordinador de derechos humanos de la Fundación Centro Gumilla, ha señalado que estos resultados “están dando mucho qué decir entre los analistas políticos, cada uno haciendo aportes desde su perspectiva e interés”.
No obstante, advierte que estos comentarios “serán letra muerta si no inciden e interpelan hacia una conversión en los operadores políticos, los partidos y la sociedad, para rehabilitar la política. Ojalá y este no sea un diálogo de sordos”.
Además el jesuita ha mencionado el informe preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea en Venezuela, que “ha reconocido los esfuerzos del nuevo CNE, orientados a reinstitucionalizar el Poder Electoral y recuperar la confianza en el voto”.
Sin embargo, ha puesto al ruedo “graves irregularidades” como “la carencia de autonomía sancionatoria del CNE; falta de independencia del poder Judicial; exceso en el uso de los recursos del Estado en provecho de los candidatos del oficialismo”.
A esto le suma “inhabilitación arbitraria de candidatos por vía administrativa por parte de la procuraduría; desigualdad en el acceso a los medios de información pública y violación a la libertad de expresión”.
Para Infante “ha quedado claro es el divorcio entre el ejercicio de la política y la mayoría de la población, la sociedad opositora no se siente interpretada por los partidos políticos y sus dirigentes; tampoco la sociedad chavista”.
“Dicho de otro modo, el proceso de renovación del CNE, que para muchos entendidos es el más equilibrado de los últimos 20 años, tiene dos grandes desafíos: por un lado, revertir los vicios que ha inoculado el poder de facto en la institución, enquistados y al borde de la metástasis y, por el otro, recuperar la confianza”, añadió.
En cuanto a la falta de acuerdo político en una estrategia unitaria de sectores democráticos, señala que “nos encontramos con un asunto de carácter espiritual: la inflación del ego”.
Al igual que en las religiones “el enemigo interno a vencer en los procesos personales, comunitarios y sociales es la inflación del ego, que conduce al egoísmo insolidario que nos desvincula del otro”, apuntó.
Por tanto, “este modo auto-centrado de entender y hacer política ha llevado a la población a la desmovilización electoral y a un desencanto hacia el ejercicio de la política, pues no encuentra en ella sentido ni utilidad y ha activado una enfermedad espiritual en el cuerpo social: la desconfianza”.
“En definitiva, lo que se ha puesto sobre el tapete con las elecciones del 21-N es la urgencia de una conversión espiritual, tanto en los actores políticos como en el cuerpo social. Estamos a tiempo de convertirnos y retomar la ruta de la auténtica política, si queremos una solución pacífica a nuestro conflicto”, acotó.
Foto: EFE