Vaticano

Francisco: “La Iglesia en Chipre acoge, integra y acompaña… es un mensaje importante para Europa”





El Papa ha pronunciado a primera hora de la tarde su primer discurso a los católicos del país al comenzar hoy mismo su viaje apostólico, que también le llevará a Grecia. La catedral maronita de Nuestra Señora de Gracia, en Nicosia, ha sido testigo del mensaje que el Pontífice ha querido trasladar a la comunidad católica, basado en dos palabras que inspiraron la vida y misión del santo: paciencia y fraternidad.



Paciencia

Francisco ha presentado a san Bernabé, patrono de Chipre, como un modelo. “Se habla de Bernabé como de un gran hombre de fe y de equilibrio, que fue elegido por la Iglesia de Jerusalén como la persona más idónea para visitar una nueva comunidad, la de Antioquía, que estaba compuesta por diversas personas que se habían convertido recientemente del paganismo. Fue enviado para ir y ver qué estaba sucediendo, casi como un explorador. Allí encontró personas que provenían de otro mundo, de otra cultura y sensibilidad religiosa; personas que acababan de cambiar de vida y por eso tenían una fe llena de entusiasmo, pero todavía frágil”, ha comenzado relatando Jorge Mario Bergoglio.

“En toda esta situación -ha continuado-, la actitud de Bernabé fue de gran paciencia. La paciencia de estar dispuesto a salir constantemente de viaje, la paciencia de entrar en la vida de personas hasta ese momento desconocidas, la paciencia de acoger la novedad sin juzgarla apresuradamente, la paciencia del discernimiento, que sabe captar los signos de la obra de Dios en todas partes, la paciencia de ‘estudiar’ otras culturas y tradiciones. Bernabé tuvo sobre todo la paciencia del acompañamiento. No sofocó la fe frágil de los recién llegados con actitudes estrictas, inflexibles, o con requerimientos demasiado exigentes en cuanto a la observancia de los preceptos. Los acompañaba, los tomaba de la mano, dialogaba con ellos”.

En este sentido, el Papa ha instado a ser una Iglesia paciente: “Una Iglesia que no se deja turbar y desconcertar por los cambios, sino que acoge serenamente la novedad y discierne las situaciones a la luz del Evangelio. En esta isla es precioso el trabajo que llevan adelante en la acogida de nuevos hermanos y hermanas que llegan desde otros lugares del mundo. Como Bernabé, también ustedes están llamados a cultivar una mirada paciente y atenta, a ser signos visibles y creíbles de la paciencia de Dios que nunca deja a nadie fuera de casa, privado de su tierno abrazo”.

Brazos abiertos

Según ha destacado Francisco, “la Iglesia en Chipre tiene estos brazos abiertos: acoge, integra y acompaña. Es un mensaje importante también para la Iglesia en toda Europa, marcada por la crisis de fe”. Y ha añadido: “No sirve ser impulsivos y agresivos, nostálgicos o quejumbrosos, es mejor seguir adelante leyendo los signos de los tiempos y también los signos de la crisis. Es necesario volver a comenzar y anunciar el Evangelio con paciencia, sobre todo a las nuevas generaciones”.

A este respecto, se ha dirigido en primer lugar a los obispos, a quienes les ha pedido ser “pastores pacientes en la cercanía”. Y después a los sacerdotes, a quienes ha reclamado ser “pacientes con los fieles, siempre dispuestos a animarlos, ministros incansables del perdón y de la misericordia de Dios. Nunca jueces severos, siempre padres amorosos”.

Como ha recordado Bergoglio, “la obra que el Señor realiza en la vida de cada persona es una historia sagrada, dejémonos apasionar por ella. En la multiforme variedad de su pueblo, paciencia significa también tener oídos y corazón para acoger sensibilidades espirituales diferentes, modos de expresar la fe distintos y culturas diversas. La Iglesia no quiere uniformar, sino integrar con paciencia. Es lo que deseamos hacer con la gracia de Dios en el itinerario sinodal: la oración paciente, la escucha paciente de una Iglesia dócil a Dios y abierta al hombre”.

Fraternidad

“En la historia de Bernabé hay un aspecto importante que quisiera subrayar: su encuentro con Pablo de Tarso y la amistad fraterna entre ellos, que los conducirá a vivir juntos la misión. Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a la comunidad, contó lo que le había sucedido y respondió por él. Escuchemos este ‘lo tomó consigo’. La expresión hace referencia a la misma misión de Jesús, que tomó consigo a los discípulos por los caminos de Galilea, que tomó sobre sí nuestra humanidad herida por el pecado. Es una actitud de amistad y de compartir la vida. ‘Tomar consigo’, ‘tomar sobre sí’ significa hacerse cargo de la historia del otro, darse tiempo para conocerlo sin etiquetarlo, cargarlo sobre los hombros cuando está cansado o herido, como hace el buen samaritano. Esto se llama fraternidad“.

Tal y como ha relatado el Papa, “Bernabé y Pablo, como hermanos, viajaron juntos para anunciar el Evangelio, aun en medio de persecuciones. La Palabra de Dios corría y crecía no solo por sus cualidades humanas, sino sobre todo porque eran hermanos en el nombre de Dios y esta fraternidad entre ellos hacía resplandecer el mandamiento del amor. Después, como sucede en la vida, pasó algo inesperado. Los Hechos cuentan que los dos tuvieron un fuerte desacuerdo y sus caminos se separaron. También entre los hermanos se discute, a veces hay disputas”.

Visiones diferentes

No obstante, “Pablo y Bernabé no se separaron por motivos personales, sino que estaban discutiendo acerca de su ministerio, sobre cómo llevar adelante la misión, y tenían visiones diferentes. Bernabé también quería llevar a la misión al joven Marcos, y Pablo no quería. Discutieron, pero por algunas cartas sucesivas se intuye que no quedó rencor entre ellos. Esta es la fraternidad en la Iglesia, se puede discutir sobre visiones, sensibilidades e ideas diferentes. Y decirse las cosas en la cara con sinceridad en ciertos casos ayuda, es ocasión de crecimiento y de cambio. Pero recordemos siempre que no se discute para hacerse la guerra, para imponerse, sino para expresar y vivir la vitalidad del Espíritu, que es amor y comunión”, ha señalado, para luego resaltar: “Se discute, pero seguimos siendo hermanos”.

Tras este relato, el Pontífice ha vuelto a hacer su reclamación: “Necesitamos una Iglesia fraterna que sea instrumento de fraternidad para el mundo. Aquí en Chipre existen muchas sensibilidades espirituales y eclesiales, varias historias de procedencia, ritos y tradiciones diferentes; pero no debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad, ni debemos recelar y preocuparnos de los respectivos espacios. Si caemos en esta tentación crece el miedo, el miedo genera desconfianza, la desconfianza conduce a la sospecha y, antes o después, lleva a la guerra. Somos hermanos amados por un único Padre”.

Trabajar juntos

“Ustedes están inmersos en el Mediterráneo -ha proseguido-, un mar con diferentes historias, un mar que ha mecido numerosas civilizaciones, un mar del que todavía hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas partes del mundo. Con su fraternidad pueden recordar a todos, a toda Europa, que para construir un futuro digno del hombre es necesario trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad. Necesitamos acogernos e integrarnos, caminar juntos, ser todos hermanos y hermanas”.

Por todo ello, Francisco les ha agradecido “lo que son y lo que hacen, la alegría con la que anuncian el Evangelio, las fatigas y renuncias con las que lo sostienen y lo hacen avanzar”, pues “este es el camino trazado por los santos apóstoles Pablo y Bernabé. Les deseo que sean siempre una Iglesia paciente, que discierne, acompaña e integra; y una Iglesia fraterna, que hace espacio al otro, que discute pero permanece unida. Los bendigo y, por favor, sigan rezando por mí. Efcharistó! [¡Gracias!]”.

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