Hoy desembarca en el Vaticano el primer grupo de obispos españoles para iniciar la llamada visita ‘ad limina apostolorum’, que se extenderá hasta enero y que podría definirse como una ITV de la Iglesia de nuestro país ante el Papa y los diferentes ‘ministerios’ de la Santa Sede. Tal y como ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, tanto de fuentes vaticanas como episcopales se afronta con “normalidad” y “ganas de escuchar, acompañar y dialogar” entre los visitantes, Francisco y los Dicasterios.
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“La Iglesia española no nos quita el sueño”, exponen a esta publicación desde Roma, donde se desearía que se hubiese convertido en uno de los países que funcionara como motor de las reformas de Francisco en materia de sinodalidad, Doctrina Social y Seminarios. Sin embargo, también son conscientes de determinadas “inercias” adquiridas durante décadas que no se pueden cambiar “de un día para otro”, comentan desde pasillos vaticanos sobre la cita que se celebra cada cinco años, pero que llega con retraso por la pandemia.
La libertad del Papa
Por eso, aunque resultaría más efectista airear una “bronca” premeditada del sucesor de Pedro a los prelados o de un bloque de “resistencia” significativo desde nuestro país para tensar estos días de peregrinación, no parece que vayan a ir los tiros. “Francisco es libre y se siente libre. Ya sabemos que el Papa siempre tiene un tirón de orejas para cualquier grupo de Iglesia que va a visitarle, pero no será este el tono que primará. Tiene ganas de escuchar y de que le pregunten, como hicieron los obispos italianos hace un par de semanas qué no entienden, qué les cuesta o qué no comparten de sus iniciativas”, explican desde la Curia.
Desde el engranaje vaticano se muestran convencidos de que no faltarán los mensajes de Francisco sobre la necesidad de más calle, preocupación por los últimos, por los migrantes, por los jóvenes, los riesgos de caer en la corrupción o un pastoreo de despacho…. Pero esto no se podría interpretar como regañina en clave local. Más allá de estas cuestiones, se espera que se consolide ese ambiente de cercanía y confianza para expresar cualquier inquietud o discrepancia la que se vivió en la anterior ‘ad limina’ de 2014, tal y como recuerdan quienes participaron en ella. También se predijeron entonces nubarrones y tormenta y no hubo chaparrón alguno ni por los visitantes ni por el anfitrión.
¿Espray embellecedor?
En los últimos meses, las diócesis españolas se han esmerado en rematar el informe que entregar a los diferentes Dicasterios sobre la realidad de sus territorios eclesiásticos. En algunos casos con espray embellecedor, en otros con el realismo imperante que da la secularización, el envejecimiento demográfico y la crisis postpandemia.
Pero, más allá de la imagen que se ofrezca desde origen, Francisco conoce tanto por cauces oficiales como informales cuáles son las fortalezas y de qué pie cojean la comunidad católica española. Tanto en Santa Marta como en los palacios apostólicos así como en el resto de sedes repartidas por la Ciudad Eterna no necesitan más auditorías para conocer dónde se va de avanzadilla y quién se pone de perfil, por ejemplo, ante ‘Amoris laetitia’, a la espera de cómo respiraría el próximo pontificado.
Problemas con respuesta
De la misma manera, se está al tanto de las ‘bombas’ locales a las que se ha puesto o se está poniendo remedio, como Almería, Solsona…, y otros incidentes a los que también se busca respuestas que no parches. Con estas cuestiones sobre la mesa, en un repaso global, la Iglesia española, más allá de no marchar a la velocidad de crucero deseada y pecar de gris, no cuenta con “gravísimos problemas”, tal y como se contempla en Roma, que hablen de corrupción generalizada, de oposición cismática o guerra interna a destajo.
Tampoco se prevén injerencias la cuestión más delicada de cuantas se están abordando en estas visitas ‘ad limina’: los abusos de poder, conciencia y sexual. No parece que vaya a ejercerse presión para que los obispos españoles elaboren un informe histórico a la manera francesa o alemana. Si no se planteó como imperativo tras la cumbre antipederastia de 2019, no se puede plantear ahora como condición inexcusable. Sin embargo, sí se podría incidir en que se cumpla escrupulosamente con la aplicación de las nuevas leyes, mayor transparencia, un acompañamiento sincero a las víctimas y las medidas de prevención para atajar esta lacra que se sigue arrastrando.
El DAFO de Francisco
Así pues, pocos informes necesita Francisco para hacerse una idea de por dónde va España, puesto que está al tanto de primera mano de qué territorios eclesiásticos van de avanzadilla en reformas y sinodalidad, y quienes se resisten o miran para otro lado. El Papa sigue de cerca cuanto ocurre y tiene configurado en su cabeza su particular DAFO, que será punto de partida para las diferentes reuniones que mantenga con los obispos. En este marco, no parece haber hueco para un ‘rapapolvos de órdago’. Tampoco fue este el espíritu del encuentro de 2014, la referencia más reciente, cuando las lagunas y sombras de cómo se podría acoger la propuesta de la Iglesia en salida de Jorge Mario Bergoglio eran mayores.
Cuestionar la labor de la Iglesia española, implicaría ensombrecer lo mucho y bueno que se hace en el día a día en parroquias, congregaciones y realidades laicales, amén de enmendarle la plana a una cúpula episcopal que cuenta con su respaldo. En la Santa Sede se sabe de los esfuerzos que tanto el presidente y el vicepresidente de los obispos, los cardenales Juan José Omella y Carlos Osoro están haciendo para la solicitada “conversión misionera”, así como del trabajo dinamizador en Añastro del secretario general Luis Argüello.
Nuevos obispos
El Papa de los ‘procesos’ también contempla cómo se va redibujando bajo su supervisión -quizá más lento de lo esperado- el perfil de las mitras y los báculos. Prueba de ello, son los nombramientos y mudanzas que se materializaron la semana pasada donde se combina la continuidad, el rejuvenecimiento desde la moderación y los toques de atención. La comisión asesora al nuncio Bernardito Auza, tras el desconcierto de sus primeras ternas, marcha y en Roma confían en ellos.
Turno pues, para que hoy comiencen su particular examen hasta el 18 de diciembre los 24 obispos de las provincias eclesiásticas de Santiago de Compostela, Oviedo, Burgos, Pamplona y Tudela y Zaragoza, realizará la visita del 13 al 18 de diciembre. A ellos les seguirán otros tres grupos más, con las vacaciones navideñas de por medio hasta el 29 de enero. Sin prisa pero sin pausa, en una ‘ad limina apostolorum’ que busca ir literalmente ‘hasta los umbrales’.