“Levántate para no empantanarte en problemas, hundiéndote en la autocompasión y una tristeza paralizante”, ha dicho el Papa
Levantarse y caminar rápido ante las dificultades. Como lo hizo María. Estas son las dos actitudes que ha reivindicado el papa Francisco hoy durante el rezo del ángelus de este cuarto domingo de Adviento.
Y es que, el evangelio de hoy, narra la visita de María a Isabel. “Recibido el anuncio del ángel, la Virgen no se queda en casa para repensar lo sucedido y considerar los problemas y los imprevistos, que ciertamente no faltaron”, ha explicado el Papa. “Al contrario, primero piensa en los necesitados: en Isabel, su pariente, que es avanzada en años y está embarazada”, ha dicho Francisco. Por eso, “María emprende un camino con generosidad, sin dejarse intimidar por los inconvenientes del camino, respondiendo a un impulso interior que la llama a acercarse y ayudar”.
Y esta forma de ayudar no es otra que “compartiendo su alegría”. “María le da a Isabel la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en su corazón y en su vientre. Va a ella y proclama el Magnificat. Pero para hacer esto Nuestra Señora – dice el texto – “se levantó y se fue rápidamente”, ha dicho el Papa.
“Se levantó y se fue. En la última parte del camino de Adviento, dejémonos guiar por estos dos verbos. Levántate y camina rápido: estos son los dos movimientos que hizo María y que nos invita a hacer también con vistas a la Navidad”, ha señalado.
María, a pesar de que “se avecinaba un período difícil” para ella por “su embarazo inesperado la exponía a malentendidos e incluso a severas penas”. “¡Imaginemos cuántos pensamientos y perturbaciones tuvo! Sin embargo, no se desanima, no se desespera, pero se levanta”, ha dicho Francisco. “No mira hacia abajo, hacia los problemas, sino hacia arriba, hacia Dios. Y no piensa en a quién pedir ayuda, sino a quién llevar”, ha aseverado.
“Aprendamos de Nuestra Señora esta forma de reaccionar: levantarse , especialmente cuando las dificultades corren el riesgo de abrumarnos”, ha animado el Papa. “Levántate para no empantanarte en problemas, hundiéndote en la autocompasión y una tristeza paralizante”, ha añadido. Además, ha señalado que “Dios es grande y está dispuesto a levantarnos si le tendimos la mano, así que arrojémosle pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso y nos impiden seguir adelante”.
Asimismo, ha animado a hacer como María: “¡miremos a nuestro alrededor y busquemos a alguien a quien podamos ayudar! ¿Conozco a algún anciano al que pueda hacerle alguna compañía, un servicio, una amabilidad, una llamada telefónica? Al ayudar a los demás, nos ayudaremos a superar las dificultades”.
El segundo movimiento es caminar rápido, lo cual “no significa proceder con agitación, sin aliento: se trata más bien de conducir nuestros días con paso feliz, mirando hacia adelante con confianza, sin arrastrarnos a regañadientes, esclavos de quejas, siempre buscando a quien culpar”.
Además, ha llamado a preguntarse “¿cómo es mi “paso”? ¿Soy proactivo o me quedo en la melancolía? ¿Sigo adelante con esperanza o me detengo a sentir lástima por mí mismo? Si seguimos con el cansado ritmo de las quejas y el parloteo, no llevaremos a Dios a nadie. En cambio, hace mucho bien cultivar un humor saludable, como lo hicieron, por ejemplo, Santo Tomás Moro o San Felipe Neri”.