La Iglesia actúa ‘de oficio’ ante el informe recopilatorio de abusos sexuales en el seno de la Iglesia que el diario El País ha llevado hoy a la portada de su edición impresa y online, tras ponerlo en manos del Papa y del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.
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El rotativo titula que “la Iglesia abre una investigación inédita sobre abusos en España”, subrayando que “el Vaticano supervisará el examen de las denuncias contra 251 miembros del clero”. Tal y como ha podido confirmar Vida Nueva con expertos canonistas, esa calificación de “inédita” a priori no tendría ese carácter, al menos para las autoridades eclesiásticas, dado que la información recibida se está tramitando por los cauces que se han habilitado a tal efecto tras las reformas llevadas a cabo por Francisco y que ya están vigentes.
Tramitaciones y registros
De esta manera, estos ‘abogados’ eclesiásticos explican a esta revista que Francisco habría remitido la documentación que facilitó el corresponsal del diario, Daniel Verdú, durante el vuelo papal a Chipre al órgano competente -la Congregación para la Doctrina de la Fe- para que lleve a cabo las correspondientes pesquisas. De la misma manera, toda vez que esta investigación periodística se le facilitó, Omella la registró en el tribunal eclesiástico de Barcelona para que siga los cauces habituales de cualquier otra denuncia.
En cualquier caso, según los testimonios recabados por esta revista, tanto entre en el seno del Episcopado como entre los superiores mayores de las congregaciones religiosas, hay una cierta “decepción, más que malestar” con respecto al periódico del grupo Prisa por cómo se ha gestado la portada de hoy, pues consideran que “se ha jugado con la mano tendida de la Iglesia para sumar esfuerzos y nos hemos encontrado, no con un deseo de denunciar una lacra que nosotros también perseguimos, sino con tener un titular de domingo”.
Labor de denuncia
Tanto unos como otros admiten los “sinsabores” que siempre provoca el hecho de que se descubra un nuevo caso de pederastia y reconocen -en algunos casos a regañadientes- la labor de denuncia del diario. Sin embargo, sí lamentan la falta de ‘fair play’. “Cuando se han puesto en contacto con nosotros, les hemos solicitado una y otra vez que nos ayuden como puente para ponernos en contacto con las víctimas y ayudarlas y no se han mostrado especialmente colaborativos”, explica el responsable de un instituto de vida consagrada, que cuestiona el hecho de que pocos días antes de la portada publicada hoy, “de repente nos facilitaran correos electrónicos de algunas víctimas y nos dieran información nueva, cuando ya antes se la habían facilitado a Omella y al Papa”.
“Aunque nos han llegado a decir que es un gesto de deferencia, más bien suena a cubrirse las espaldas para poder decir a Roma que ellos nos informaron antes y no hicimos nada”, cuestionan desde la Iglesia, “con la tranquilidad de saber que Francisco está al tanto de todo, entre otras cosas, porque en la Santa Sede el diario El País forma parte del servicio de prensa cotidiano y porque tiene hilo directo en materia de abusos de lo que ocurre aquí”.
Proceso canónico
De hecho, también ponen en cuarentena los datos facilitados esta misma semana por El País a las diferente entidades eclesiásticas a las que han llamado, pues en algunos casos se tratan de correos en los que solo se hablan de rumores, de supuestos casos ‘de oídas’… “Poco podemos hacer si desde El País no atienden a nuestra demanda principal: que quienes mandan esos testimonios se pongan en contacto con nosotros o den un paso al frente para iniciar un proceso canónico. Queremos ayudar a las víctimas, pero tenemos las manos atadas, y no precisamente por nuestros superiores o por la institución”, expresa otro religioso consultado.
Lo cierto es que, tanto desde los espacios diocesanos como en las congregaciones religiosas esta pesadumbre es creciente. “Claro que no hemos hecho las cosas todo lo bien que se debería y que todavía hay mucho por hacer, pero generar la sospecha de que estamos de brazos cruzados, que seguimos dando la espalda al problema o se haga una enmienda a la totalidad, sencillamente no es justo, por mucho que pueda debatirse si es pertinente o no un estudio histórico de los abusos”, expone otro eclesiástico consultado por Vida Nueva.