El papa Francisco ha participado en un programa de televisión de la red italiana Mediaset en el que ha dialogado con personas de las “invisibles” de la sociedad con las que ha afrontado cuestiones como la violencia, la pobreza, las consecuencias de la pandemia o la vida en las cárceles. Los interlocutores del pontífice han sido Giovanna, una madre que ha perdido su trabajo y que ha sufrido maltrato en el hogar; Maria, una sintecho desde hace años; Maristella, una scout de 18 años a la que la pandemia le ha quitado las ganas de alegrarse; Pierdonato, un expresidiario que ha cumplido 25 años de cárcel, con el vaticanista Fabio Marchese Ragona.
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La violencia en el hogar
“El número de mujeres que son golpeadas, maltratadas en el hogar, incluso por sus maridos, es muy grande. El problema para mí es casi satánico”, denunció ante el testimonio de Giovanna. “Es humillante, muy humillante. Es humillante que un padre o una madre abofetee a un niño, es muy humillante y siempre lo digo, nunca abofetear a un niño. ¿Por qué? Porque la dignidad es la cara. Esta es la palabra que me gustaría retomar porque detrás de ella está su pregunta: ¿permanece la dignidad en mí? ¿Cuál es mi dignidad después de todo esto, cuál es la dignidad de las mujeres golpeadas y maltratadas?”, lamentó invitando a contemplar la Piedad de Miguel Ángel desde este prisma.
A María, Francisco le recordó que “la crueldad” es “la bofetada más dura de la sociedad para ti, ignorando el problema de los demás…” Para el pontífice, “estamos entrando en una cultura de la indiferencia en la que intentamos alejarnos de los problemas reales, del dolor de la falta de vivienda, de la falta de trabajo. Por el contrario, con esta pandemia los problemas han aumentado porque se ha llamado a la puerta de los que ofrecen dinero en préstamo: los usureros. Un pobre, una persona necesitada, cae en manos de los usureros y lo pierde todo, porque no perdonan. Es crueldad sobre crueldad, lo digo para llamar la atención de la gente y que no sea ingenua; la usura no es una salida al problema, la usura te trae nuevos problemas”.
Las lecciones de la pandemia
Con el expresidiario, Bergoglio habló de que “la esperanza nunca decepciona. Está Dios, no volando por ahí, sino Dios junto a ti, porque el estilo de Dios es la cercanía, la compasión y la ternura… Dios está con cada uno de los prisioneros, con cualquier persona que pase por dificultades… No lo dices, pero sabes en tu corazón que estás perdonado y que tienes esa esperanza que no defrauda… Por eso puedo decirte una cosa: Dios siempre perdona, Dios siempre perdona… Nuestra fuerza reside en la esperanza de este Dios cercano, compasivo y tierno, tierno como una madre”.
“Necesitamos el contacto, el contacto cara a cara, pero tenemos la tentación de aislarnos con otros métodos, por ejemplo, el contacto sólo por teléfono móvil, las amistades por teléfono móvil, la falta de diálogo concreto. Habéis aprendido de esta situación que el diálogo concreto no puede ser sustituido por el diálogo en línea, que hay algo más”, le recalcó el pontífice a Maristella. “En el encierro todo se pone a prueba, incluso la relación con Dios… la relación con Dios no es una cosa lineal que siempre va bien, la relación con Dios tiene crisis como cualquier relación de amor en una familia… Toma el Evangelio, en el mismo Evangelio está la palabra de Dios que te arreglará otra vez; me dan miedo los predicadores que quieren curar la vida en crisis con palabras, palabras, palabras. La vida en crisis se cura con cercanía, compasión, ternura. Es el estilo de Dios”, recalcó.
Ya en la despedida el pontífice verbalizó sus deseos para la Navidad: “Celebrad, comed de todo, pero hacedlo con Jesús, es decir, con paz en el corazón. Y a todos los que me escuchan, les deseo una feliz Navidad. Haz una fiesta, haz regalos, pero no te olvides de Jesús. La Navidad es Jesús que viene, Jesús que viene a tocar tu corazón, Jesús que viene a tocar tu familia, que viene a ti, a tu casa, a tu corazón, a tu vida. Es fácil vivir con Jesús, es muy respetuoso, pero no lo olvides”.