Ningún país europeo debe “eximirse” de la “responsabilidad compartida” que tienen todos de responder al “fenómeno migratorio en el área mediterránea”, pues se trata de un “problema de humanidad”. Fueron estas las palabras del papa Francisco en la parte final de la audiencia general que presidió este miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano, en la que participó un grupo de refugiados llegados a Italia desde Chipre gracias al acuerdo promovido entre estos dos países y la Santa Sede e impulsado por el reciente viaje del Pontífice a esta nación del Mediterráneo Oriental y a Grecia.
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En aquella visita, Jorge Mario Bergoglio pudo “tocar con la mano una vez más la humanidad herida de los refugiados y migrantes” al tiempo que comprobaba la falta de solidaridad entre muchos países europeos a la hora de responder a este desafío. Otros, en cambio, actúan con una “generosa apertura”, como es el caso de Italia, a cuyas autoridades el Papa dio las gracias por permitir la llegada de los desplazados que conoció durante su viaje. “Hoy están aquí entre nosotros algunos de ellos. Bienvenidos. Nos haremos cargo de ellos como Iglesia en los próximos meses”, dijo.
Francisco deseó que esta “pequeña señal” sirva de “estímulo” para que otros países europeos también permitan que las realidades eclesiales locales puedan “hacerse cargo de otros hermanos y hermanas que necesitan urgentemente ser recolocados, acompañados, promovidos e integrados”. Son hoy muchas las Iglesias locales, congregaciones religiosas y organizaciones católicas que están “preparadas para acoger y acompañar” a estas personas hacia una integración “fecunda”. Para ello solo hace falta “abrir una puerta, la puerta del corazón”, dijo el Papa, invitando a “no faltar” a este llamamiento durante la Navidad.
Romper el “espejo de la vanidad”
Su catequesis estuvo precisamente dedicada al nacimiento de Jesús, un evento del que “no puede prescindir la historia”. El Pontífice destacó que es por medio de la humildad que se puede alcanzar el camino que lleva a Dios. “Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos aislados de la comprensión de Dios y de nosotros mismos. Hace falta ser humilde para entenderse entre nosotros y para entender a Dios”, dijo.
Insistiendo en esta idea, invitó a los fieles a rogar con humildad “la gracia de romper el espejo de vanidad y de la soberbia de mirarnos a nosotros mismos para mirar a Jesús, al horizonte y a Dios que viene a nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos trae la esperanza”.