El presidente francés Emmanuel Macron ha escrito su credo, una visión particular sobre la articulación entre racionalidad y religión publicado por L’Expresso en la que el dirigente galo defiende que una y otra es “deseable” que se alimenten mutuamente. Para Macron “la aspiración a la razón y la necesidad de trascendencia coexisten en cada uno de nosotros”.
Tras la pandemia, el presidente defiende en el artículo escrito para el periódico que hay que apostar para que “la ciencia siga siendo un ideal y un método” –“Nunca, sin duda, la humanidad ha necesitado tanto la ciencia”, reclama–. Por ello, alaba el laicismo pide vigilar los movimientos fundamentalistas, sin dejar de negar la “cohabitación” entre la racionalidad y la espiritualidad.
El presidente destaca las iniciativas aprobadas para el desarrollo de la investigación y los problemas científicos –como la Comisión de la Ilustración en la Era Digital–, y lamenta que “la teoría de la conspiración está ganando terreno y adoptando formas cada vez más extremas”. “El fundamentalismo religioso, con sus explicaciones totalizadoras que privilegian la fe sobre la razón, la creencia sobre el conocimiento y excluyen la duda constructiva, es cada vez más frecuente”, denuncia.
“Toda la nación debe movilizarse para oponerse a la teoría de la conspiración con un razonamiento ilustrado, al relativismo con una cultura de los hechos y el reconocimiento de la autoridad científica, y al fundamentalismo con una República firme en su defensa, fuerte en sus valores y alimentada por sus debates”, reclama el presidente.
Acto seguido, se pregunta: “¿Y dónde está Dios en todo esto? Contrariamente a lo que la interpretación voltaireana de la Ilustración francesa ha impuesto durante mucho tiempo como parámetro de lectura, este programa de desarrollo del espíritu científico no se opone en absoluto a la expresión de las religiones”, reclama. Para Macro, “Dios y la ciencia no se oponen porque la creencia en uno de ellos ha ido a menudo de la mano del desarrollo del otro”, afirma a través de diferentes ejemplos de diferentes épocas.
“Creo profundamente que puede haber continuidades entre Dios y la ciencia, la religión y la razón. ¡Miremos a nuestra Europa! ¿La igualdad de los derechos humanos en dignidad y derechos no fue preparada por la igualdad de los hombres ante Dios pensada por el cristianismo?”, reclama. Destacando la laicidad francesa, defiende que “la ciencia y Dios, la razón y la religión pueden convivir, a veces incluso alimentarse mutuamente. Esto es incluso deseable, dado que la aspiración a la razón y la necesidad de trascendencia cohabitan en cada uno de nosotros”.