El presidente del Comité de Migración de la USCCB asegura que continuarán orando y trabajando por una solución para los 11 millones de indocumentados que viven en ese país
Los obispos de Estados Unidos lamentaron que esté por concluir otro año, sin que haya una reforma migratoria significativa, que proteja a miles de familias.
Durante años, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) ha instado al Congreso y al Presidente de ese país a trabajar juntos para promulgar una legislación que brinde protecciones permanentes, incluido un camino hacia la ciudadanía, para millones de hermanos y hermanas indocumentados.
El obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la USCCB Mario Dorsonville, dijo que continuarán orando y trabajando por una solución para los 11 millones de indocumentados que viven en ese país.
Señaló que pese al apoyo del pueblo estadounidense para que el Congreso realice acciones relativas a la inmigración, “la incapacidad de los líderes políticos para unirse y llegar a un consenso sobre una legislación migratoria positiva y progresista tiene graves consecuencias para las vidas humanas y el bienestar de este país”.
Dorsonville explicó que casi la mitad de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos han vivido en esa nación al menos 15 años.
Muchos otros –continuó- están recibiendo protecciones temporales, pero carecen de acceso a soluciones permanentes.
“Son madres, padres, hijos e hijas. Son trabajadores, propietarios y emprendedores esenciales. Más importante aún, son personas creadas igualmente a la imagen de Dios, imbuidas de un potencial mucho más allá de los límites de su estatus migratorio actual”.
Por tal motivo, aseguró que el próximo año continuarán orando y trabajando por una solución que brinde alivio inmediato a los indocumentados que viven en su país.
“Mantenemos nuestro llamado de larga data para que el Congreso trabaje sobre una base bipartidista para promover la integración total de las personas indocumentadas y crear un sistema de inmigración más sostenible, consistente con el bien común”.
Finalmente, pidió salir con renovada esperanza, y “que Nuestra Señora de Guadalupe, madre de todos, inspire devoción universal a esta causa fraterna“.