Tras el día de Navidad, en el domingo de la Sagrada Familia, el papa Francisco ha vuelto a rezar el ángelus en la plaza de San Pedro ante los fieles presentes. “Dios eligió a una familia humilde y sencilla para venir entre nosotros. Detengámonos a contemplar con asombro la belleza de este misterio, destacando dos aspectos concretos para nuestras familias”, recordó.
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Tras la oración mariana, el Papa ha presentado como regalo de Navidad la carta que ha escrito a los esposos con motivo de esta jornada. A los esposos les ha recordado que se desarrollará el próximo año el Encuentro Mundial de las Familias y ha compartido la preocupación por el “invierno demográfico” como muestra de la pérdida de la ilusión en familias que prefieren permanecer sin hijos o con uno solo, algo que es “una tragedia” que va contra la patria, las familias y el futuro.
Familia con raíces
Para el Papa, “la familia es la historia de la que procedemos”, ya que nadie ha nacido con un golpe de varita mágica. “Es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos. Esto es importante también para nosotros: venimos de una historia entretejida de lazos de amor y la persona que somos hoy nace no tanto de los bienes materiales que hemos disfrutado, sino del amor que hemos recibido”, señaló el pontífice. A pesar de que no “no hayamos nacido en una familia excepcional y sin problemas, pero es nuestra historia, son nuestras raíces: ¡si las cortamos, la vida se seca! Dios no nos creó para ser líderes solitarios, sino para caminar juntos”.
“Aprendemos a ser una familia cada día”, destacó el Papa. “No existe la Sagrada Familia de las imágenes. María y José pierden a Jesús y lo buscan ansiosamente, para encontrarlo después de tres días”, señaló siguiendo el evangelio del día. “Cada día, en la familia, debemos aprender a escucharnos y comprendernos, a caminar juntos, a afrontar los conflictos y las dificultades. Este es el reto diario, y se puede superar con la actitud adecuada, con pequeñas atenciones, con gestos sencillos, cuidando los detalles de nuestras relaciones”, recomendó. El diálogo se ha presentado como primera clave.
La fuerza de las relaciones
“Para preservar la armonía en la familia, hay que luchar contra la dictadura del ‘yo’. Es peligroso cuando, en lugar de escucharnos, nos culpamos de nuestros errores; cuando, en lugar de preocuparnos por los demás, nos centramos en nuestras propias necesidades; cuando, en lugar de hablar, nos aislamos con nuestros teléfonos móviles –cada uno con su propio móvil–; cuando nos acusamos unos a otros, repitiendo siempre las mismas frases, escenificando una obra de teatro ya vista en la que todos quieren tener razón y al final hay un frío silencio”, instó.
“Repito mi consejo: por la noche, después de todo, haz las paces. Nunca te vayas a dormir sin haber hecho las paces, porque si no al día siguiente habrá una ‘guerra fría’, que es muy peligrosa”, aconsejó. “¡Cuántas veces, por desgracia, surgen conflictos dentro de las paredes del hogar como resultado de largos silencios y egoísmos desatendidos!”, lamentó el Papa. “A veces se llega incluso a la violencia física y moral. Esto rompe la armonía y mata a la familia”, denunció. “¡Comprometámonos todos –padres, hijos, Iglesia, sociedad civil– a apoyar, defender y preservar la familia!”, concluyó.