En otras circunstancias, el 30 de diciembre, fiesta de la Traslación de los restos del apóstol Santiago, se estaría cerrando el Año Santo Compostelano. La pandemia hace que la puerta santa esté abierta un año más “gracias a la benevolencia del papa Francisco, “un tiempo de gracia y de perdón, para responder a la llamada a la santidad y conformar la vida con Cristo, recordando a creyentes o no creyentes que Cristo revela al hombre el propio hombre y le descubre la dignidad de su vocación”, según señaló el arzobispo Julián Barrio en su homilía.
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Frente a un mundo de soledades
En la celebración participó, como delegado regio, el alcalde de Santiago de Compostela, Xosé A. Sánchez Bugallo, que realizó la ofrenda en nombre del rey. Ante la “oscuridad” de la pandemia, Barrio destacó que “Jesús no está lejos, se nos acerca en un mundo de soledades, nos coge de la mano cuando estamos a punto de hundirnos en las olas de la propia vida, como le sucedió a Pedro en el mar”.
El arzobispo invitó a todos a ser “creyentes” y “creíbles” para difundir en cada ámbito de la sociedad la visión cristiana de la vida: recuperar el sentido trascendente de la vida, la visión de futuro, la corresponsabilidad, y la fraternidad que fundamentan la confianza en los distintos ámbitos de la vida…
Barrio pidió también por “todos los que tienen una responsabilidad política, social y cultural, y de todos los pueblos de España”. “Encomiendo al amigo del Señor esta querida archidiócesis compostelana para que asuma fielmente el compromiso de transmitir con espíritu sinodal el legado de nuestra fe”, concluyó.