“Desde nuestro punto de vista, es decir, desde el punto de vista de los países europeos occidentales, así como anglosajones, necesitaría mucha más consistencia a la hora de exigir lo que ya es posible a través de las leyes”. Así se ha expresado el director del Instituto de Antropología y Estudios Interdisciplinares sobre la Dignidad Humana y el Cuidado de las Personas Vulnerables –hasta septiembre Centro para la Protección de Menores– de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, el jesuita Hans Zollner.
La apuesta del papa Francisco
En declaraciones al diario alemán Welt am Sonntag, Zollner muestra su deseo de que el papa Francisco tomara medidas más consistentes contra los abusos. Para el jesuita, en este campo, se podría crear una mayor seguridad jurídica y dar cabida a los afectados en el derecho procesal del Vaticano. Ahora bien, destaca que el ha admitido errores y ha hecho de la superación de los abusos una cuestión central para la Iglesia. Uns evolución que ha definido como “una empinada curva de aprendizaje”.
Desde su tarea en la Gregoriana, Zollner ha defendido que su trabajo no es “escribir directrices y para ponerlas luego en la estantería. Se trata de abordar realmente el tema y ser abordado desde los víctimas”. La prevención de los abusos, reivindica el jesuita, es muy importante para la credibilidad de la Iglesia Católica.
Derechos de los implicados
Por otro lado, en el portal católico alemán Katholisch.de comparte además que en la Iglesia “no tenemos seguridad jurídica en lo que respecta a los procedimientos”. “Tampoco se aclaran suficientemente los derechos de los implicados en el proceso: imputados, víctimas, superiores…”, apunta, lamentando que no se exponga de forma explícita “quién puede decir y saber qué y cuándo”.
Es más, Zollner da un paso más allá para reclamar una reforma legislativa concreta: “La separación de poderes en la Iglesia”. “El hecho de que los poderes legislativo, judicial y ejecutivo estén unidos en el obispo dificulta la transparencia y la rendición de cuentas”, detalla el máximo experto de abusos en el orbe católico.
En otro orden de cosas, comenta que nunca ha experimentado “ninguna resistencia directa y concertada” a su labor. Eso sí, admite que “he podido ver que algunos están muy incómodos con el tema. Piensan que no se debe maldecir a la iglesia, sino defenderla. Pero casi nunca se me dice directamente”. En este sentido, apunta que “en la Iglesia a menudo falta valentía para ser transparente, asumir la responsabilidad y comunicarse abiertamente”.