El año 2022 ha arrancado con unos niveles de inflación nunca vistos en España desde hace tres décadas. Diciembre terminó con el Índice de Precios de Consumo (IPC) disparado al 6,7%, la tasa más alta desde marzo de 1992. La energía, los transportes, la cesta de la compra… Los precios se disparan, mientras que los salarios se estacan y la precariedad se enquista.
Sebastián Mora, profesor de la Universidad Pontificia Comillas, es optimista y cree que sí hay salida para esta inflación. En su propuesta resolutiva, pone en el centro, por supuesto, a los más vulnerables. Es necesario, desde la vía gubernamental, “crear y ofrecer a la familia apoyo y mayor acceso a la renta energética. Acompañarlas y adaptar esos hogares para que la eficiencia energética quede más marcada”. Pero aún “hay elementos circunstanciales y otros más de fondo que convergen y que habrá que analizar muy en profundidad”, advierte Mora.
A propósito de las medidas regulatorias que se han tomado por parte del Gobierno para paliar la situación, Fernando Bonete, profesor y doctor en Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, las califica como “parches” que consiguen dar un tiempo extra en la dificultad. En su opinión, es preciso modificar lo esencial: las bases del sistema que no funcionan. “La verdadera solución de la economía pasa por repensar el modelo, reincorporando las virtudes esenciales a su comprensión y práctica”, porque “solo una economía y una política que sitúen en su centro el bien común pueden funcionar”.
Bonete va más allá de ese fin, y nos dice que “lo urgente ahora es abandonar el individualismo que nos deja ciegos para los demás y reconectar con la comunidad a través de la gratuidad y la reciprocidad”. En ese afán, nos invita a mirar al de al lado y preguntarnos: ¿cómo lo están pasando mis vecinos, mis compañeros de trabajo? ¿Puedo hacer algo para ayudarles? “Pensar en cristiano es pensar en valores y actitudes”.
La Doctrina Social de la Iglesia lo ha repetido muchas veces: “No tenemos que dar con una respuesta técnica a todas las dificultades, sino comprometernos moralmente con ellas”. “Sin embargo, la pobreza energética tiene soluciones económicas, técnicas y políticas tal como en la Universidad Pontificia Comillas proponemos desde la Cátedra de pobreza energética”, recuerda Mora. Lo más importante es “tener en cuenta a los más empobrecidos, a los que peor lo pasan, a los más vulnerables”.
Analizándolo desde la óptica de la fe, se puede encontrar la gran enseñanza de este tiempo de vicisitudes. Como comparte Fernando Bonete, es “la oportunidad extrema de dedicar tiempo, esfuerzo y bienes a los demás, para recuperar el sentido de pertenencia a una comunidad”.
Y si de cercanía con el prójimo se trata, Sebastián Mora recuerda que la susceptibilidad del otro debería indignarnos como cristianos. “Cualquier sufrimiento humano, injusticia o cualquier desigualdad nos tiene que activar.” Subraya que es fundamental el compromiso. Ser activos y tratar de aliviar ese sufrimiento de una manera paliativa, pero también estructural y política. “La caridad también es profética y busca cambios estructurales”