Tras la celebración de la misa en la Capilla Sixtina con motivo de la fiesta del Bautismo del Señor, el papa Francisco no ha faltado a su cita habitual y ha presidido la oración del ángelus desde el Palacio Apostólico. El pontífice ha saludado, a mediodía, a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro a pesar de la lluvia romana.
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Tras la oración mariana y su reflexión, el Papa ha saludado a todos los que se han acudido a la plaza y ha lamentado que las protestas en Kazajistán haya dejado víctimas y que no se alcance la armonía social a través del diálogo y la búsqueda del bien común. Así, el pontífice ha encomendado a la Virgen este proceso. También el pontífice ha prometido su oración por todos lo bautizados en estos días, incluidos los que han recibido el sacramento en la Capilla Sixtina esta mañana.
Jesús se pone a la fila
Comentando el evangelio del día, en el que Jesús es bautizado por Juan el Bautista, el Papa destaca que “Jesús no se presenta con algunos milagros o subiéndose a una cátedra para enseñar. Se pone en la fila con los pecadores que iban a ser bautizados por Juan”, una humildad que destaca el himno de la Liturgia de las Horas. “Comparte su suerte con nosotros, los pecadores, baja a nosotros: baja al río como a la historia herida de la humanidad, se sumerge en nuestras aguas para curarlas. No se eleva por encima de nosotros, sino que desciende hacia nosotros. No va solo, va con el alma y los pies desnudos con el pueblo”, prosiguió.
Francisco ha destacado que Jesús recibe el bautismo en oración. “¿Pero cómo? Acaso él, que es el Señor, el Hijo de Dios, ¿reza como nosotros? Sí, Jesús –los Evangelios lo repiten muchas veces– pasa mucho tiempo en oración: al principio de cada día, a menudo por la noche, antes de tomar decisiones importantes…” El pontífice resaltó quela oración de Jesús “es un diálogo vivo, una relación íntima con el Padre”. Jesús, insistió el Papa “por una parte desciende hacia nosotros, en las aguas del Jordán; por otra, eleva su mirada y su corazón en la oración al Padre”.
La fuerza de la oración
“Todos estamos inmersos en los problemas de la vida y en muchas situaciones intrincadas, llamados a enfrentarnos a momentos difíciles y a elecciones que nos abaten. Pero si no queremos ser aplastados, tenemos que levantar todo hacia arriba. La oración no es una vía de escape, no es un ritual mágico ni una repetición de cánticos aprendidos de memoria”, advirtió Bergoglio.
Para Francisco “orar es la manera de dejar que Dios actúe en nosotros, de captar lo que quiere comunicarnos incluso en las situaciones más difíciles, para tener la fuerza de seguir adelante. La oración nos ayuda porque nos une a Dios, nos abre al encuentro con Él. Sí, la oración es la llave que abre el corazón al Señor. Es diálogo con Dios, es escucha de su Palabra, es adoración: permanecer en silencio y confiarle lo que estamos viviendo. Y a veces también es clamar a Él como Job, desahogarse con Él”.
La oración, prosiguió el Papa, “da oxígeno a la vida, respira incluso en medio de la angustia, y nos hace ver las cosas con mayor amplitud. Sobre todo, nos permite tener la misma experiencia que Jesús en el Jordán: nos hace sentir hijos amados por el Padre”. Finalmente, el pontífice recordó que “nuestro ser de hijos comenzó el día de nuestro bautismo, que nos sumergió en Cristo y nos convirtió en hijos amados del Padre. No olvidemos la fecha de nuestro bautismo” e invitó a no descuidar la oración, por ejemplo leyendo el evangelio cada día.