El pasado mes de octubre Chiara Cazzuola fue elegida nueva superiora general de las Hijas de María Auxiliadora (salesianas), una de las congregaciones femeninas más numerosas de la Iglesia católica, con sus 11.200 hermanas, y que en 2022 celebra el 150º aniversario de su fundación. “La educación tiene la capacidad de transformar la sociedad”, dice Cazzuola al hablar de la enorme obra educativa que desarrolla este instituto, de la que se benefician más de 1,6 millones de niños y jóvenes.
PREGUNTA.- ¿Qué le pidieron sus hermanas en el capítulo general?
RESPUESTA.- Lo primero, que sea madre para todas y sepa escuchar. Luego, que sea fiel al carisma, abriéndome a su interpretación y encarnación hoy en diversos contextos, para animar a las comunidades a vivir con fidelidad y coraje y a no desanimarse en este momento de la historia, en el que parece que domina más el color gris que el de la esperanza. Como instituto con una fuerte identidad mariana, nuestras Constituciones nos piden, además, educar a los jóvenes que el Señor nos confía para que descubran la belleza del encuentro con Jesús.
Para desarrollar la “profecía de la presencia” entre los jóvenes, no debemos ser ‘monjas de ordenador’, sino ser capaces de cultivar el acompañamiento, para ser monjas con ellos. Es por ello que vamos a reforzar la formación como elección prioritaria, pues de ella depende la calidad de nuestra misión salesiana y que seamos capaces de ayudar a los jóvenes a encontrar un sentido a sus vidas.
P.- ¿Qué le pide hoy la Iglesia a la congregación?
R.- Que invirtamos fuertemente en educación. Es lo que nos pide también nuestro propio carisma: que tengamos una dedicación total a los jóvenes para acompañarlos, escucharlos y orientarlos. Hoy hacen falta puntos de orientación y la educación tiene la capacidad de transformar la sociedad. Ya decía Don Bosco que había que ser “buenos cristianos y honestos ciudadanos”. Para nosotras, hoy esto significa que debemos redoblar esfuerzos en todas las manifestaciones educativas, también aquellas a nivel recreativo y de la evangelización.
P.- ¿Piensan también mejorar la formación de las religiosas en internet y redes sociales?
R.- Sí, pero debemos hacerlo conservando siempre nuestra dignidad de educadoras. Nos parece un aspecto importante desarrollar la capacidad de ponernos en línea con los lenguajes digitales de hoy, en los que a veces nos perdemos y llegamos tarde. Hemos visto que en el ‘patio digital’ se nos pide una mayor presencia, y debemos formarnos para leer mejor las manifestaciones que allí se producen y contar con un pensamiento crítico, que nos permita orientar a los jóvenes. Aunque no debemos olvidar que actuar en las redes sociales no sustituye a la relación de amistad y de grupo.
P.- En este 2022 se celebra el 150º aniversario de la fundación del instituto. ¿Cómo piensan celebrarlo?
R.- Hemos programado diversas actividades, como distintos encuentros y un congreso internacional en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación Auxilium. Se celebrarán siempre dentro de lo que nos permita la marcha de la pandemia. Este aniversario para nosotras significa volver a los orígenes, pero no para vivir en la nostalgia del pasado, sino para hacer lo que nos dijo el Papa: no olvidar la humildad con la que empezamos, darle las gracias a Dios y proyectarnos hacia el futuro.
Ahora somos más de 11.200 hermanas y estamos presentes en 97 países, pero al principio éramos solo un pequeño grupo en un pueblo del norte de Italia. Queremos volver al sentido valiente de la misión, que no se deja desanimar por desafíos que afrontamos hoy, como el avance de la edad, las enfermedades o la disminución de las vocaciones, que hacen que en algunos contextos de Europa y América sea difícil vivir en modo dinámico y entusiasta. En otras zonas, como Asia y África, hay en cambio una explosión.
P.- ¿Cuántas hermanas han fallecido debido al Covid-19?
R.- Fueron 88 en el año 2020 y alrededor de 60 en 2021. Las pérdidas han sido sobre todo en Italia, aunque también las ha habido en España y en otras zonas del mundo.