Puso como ejemplo lo que está ocurriendo en algunos países de Europa, donde comienzan a implementarse políticas públicas a favor de la familia para revertir este problema
El cardenal Felipe Arizmendi pidió a las familias mexicanas apreciar el valor que tienen como institución y animó a los jóvenes a ser valientes y generosos para tener hijos, pues –dijo– en ello se juega su propio futuro, el del país y de la Iglesia.
En su artículo semanal publicado en la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas (Chiapas) se refirió al invierno demográfico que sufren muchos países de Europa.
Recordó que en una ocasión, mientras viajaba a Roma, se encontró con un empresario francés que regresaba de una gira por varios países latinoamericanos, y quien recalcó el valor de las familias mexicanas, luego de explicarle que en Francia éste ya se ha perdido.
Le detalló que “al ya no haber niños, ni jóvenes, ni personas en edad productiva, en Francia tenían que permitir el ingreso de migrantes, cientos de ellos musulmanes, con otra cultura, y su país tendría que cambiar, o poner en peligro su supervivencia como nación”.
Señaló que eso mismo está pasando en otros países europeos, lo cual explica que varios de ellos hayan implementado políticas en favor de la familia nativa, alentando que las parejas tengan más hijos, y para ello les apoyan con programas económicos, reducción de impuestos y rentas.
El cardenal recordó que en México, una gran cantidad de personas mayores proceden de familias más o menos numerosas. En su caso particular, fueron siete hermanos, quienes crecieron en un ambiente campesino, con las limitaciones.
“Pero nunca reprochamos a nuestros padres habernos traído a la vida; al contrario. Trabajaron muchísimo por nosotros y desgastaron su vida para que nada nos faltara. Les estamos muy reconocidos”.
Consideró que aunque no faltan problemas en las familias, siempre es mejor contar con una, que carecer de ella.
“Durante esta pandemia Covid, ¡qué gran apoyo han sido los diferentes miembros de una numerosa familia, que se ayudan unos a otros, y cuánto han sufrido quienes proceden de una familia excesivamente pequeña! Lo mismo pasa en otras circunstancias, alegres o tristes. La base de todo es una familia bien integrada“.
Arizmendi lamentó que hoy muchos jóvenes no quieran casarse, y si lo hacen, evitan tener hijos, pues “les parecen molestos y como un estorbo para su vida y desarrollo personal”.
También explicó que muchas mujeres que han querido liberarse de lo que llaman “esclavitud del hogar”, pero se han ido al extremo contrario.
“No faltan quienes deciden unirse a otra persona, e incluso casarse por ambas leyes, pero se resisten a procrear. Y cuando lo quieren hacer, su organismo ya no responde, por tanta cosa que han tomado para evitar la natalidad. La naturaleza no perdona”.
El cardenal hizo suyas las palabras del papa Francisco en el sentido de que la gente ya no quiere tener hijos, o solamente uno y nada más. “Y muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen solamente uno porque no quieren otros; pero tienen dos perros, dos gatos… Sí, perros y gatos ocupan el lugar de los hijos“.