Los obispos panameños ha culminado la edición 216 de su asamblea plenaria, que celebraron entre el 10 al 14 de enero, y han puesto sobre el tapete los desafíos pastorales y sociales en tiempos de sinodalidad.
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Al respecto han dejado muy claro que “la sinodalidad no es sólo religiosa, sino también social, porque el proyecto de Dios es la fraternidad universal en comunión con Él”.
Esto con relación al sínodo de la sinodalidad en ciernes que “no termina con un documento o un evento en el 2023, sino que es una estilo permanente de ser Iglesia donde cada bautizado”.
De la mano con la JMJ
Asimismo han agradecido a Luciano Russo, quien fuera nuncio de este país y recientemente fue designado a Uruguay, por eso “estamos seguros de que en su nueva misión tendrá muchas bendiciones y frutos para gloria de Dios”.
Los prelados, una vez más han ratificado su compromiso con la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), por lo que “en nuestro país hemos iniciado el itinerario de preparación hacia la próxima que se realizará en Lisboa en el 2023”.
“La JMJ es un tiempo oportuno para que los jóvenes redescubran su rol, como protagonistas de las grandes transformaciones que requiere la Iglesia y la sociedad, pero esto no lo pueden hacer solos; deben prepararse y hacerlo de la mano de la comunidad cristiana, de los adultos mayores y en el encuentro personal con Cristo”, han dicho.
Flagelos sociales
Los obispos han denunciado que la inseguridad y el narcotráfico mantienen en zozobra a los panameños habida cuenta del crecimiento exponencial de estos flagelos.
Apuntaron: “La ciudadanía en los últimos años ha percibido un incremento en su inseguridad, a unos niveles muy preocupantes, donde el narcotráfico es un factor peligroso para la convivencia social”.
Por tanto, para “contrarrestar el narcotráfico y la violencia requiere un esfuerzo de todos. Eliminar sus causas, como es el empobrecimiento de grandes sectores del pueblo panameño, especialmente la juventud”.
Lamentan que a los jóvenes “se les ha robado la esperanza, la oportunidad de educarse, de entretenerse sanamente, de trabajar dignamente, situación que los hace vulnerables y en ocasiones los hacen ceder frente a estos males sociales”.
“Sabemos que tenemos heridas profundas por todas las injusticias, por la corrupción, por el narcotráfico, por la desunión familiar y por muchas otras realidades. Ante estas situaciones, la fe hace posible el perdón, la reconciliación y la esperanza”, han expresado.
Foto:CEP