Si aún no ha visto ‘The Chosen’ (‘Los elegidos’), ya es hora. Este es el momento. Siempre es oportuno –y hasta necesario– adentrarse en una serie que no solo expone con fidelidad y atractivo la vida pública de Jesús, sino también las dificultades y la devoción de aquellos “elegidos” que fueron llamados a difundir la palabra de Dios y crear una nueva Iglesia. ‘The Chosen’ son los apóstoles y María de Magdala, pero también es –como afirma su director, Dallas Jenkins– “algo nuevo”.
La producción norteamericana –“la primera serie sobre la vida pública de Jesús”, como la define Jenkins– cumple exactamente su propósito: convertirse en una herramienta de evangelización. Y lo hace huyendo de cualquier referente cinematográfico: Jenkins y su equipo apuestan por un novedoso tratamiento que, en conjunto, la hacen entrañable y sorprendente.
The Chosen es cercana, tiene humor y drama. Es sutil y contundente a la vez. La obsesión de Jenkins era conseguir una serie que, ante todo, “tuviera calidad”, como resalta en todas sus entrevistas, y que mantuviera el interés de todos los públicos, hasta el de los más exigentes. Es decir, que estuviera muy bien hecha y enganchara precisamente por la calidad… Y eso es exactamente lo que ha conseguido.
En las dos temporadas emitidas, la serie ha demostrado que ha acertado. Jonathan Roumie, que interpreta a Cristo, explica por qué: “La idea es que si viéramos a Jesús, si nos encontráramos con Él a través de los ojos de aquellos que lo conocieron mejor, los discípulos, sus amigos, veríamos también cómo ellos se quedaron impactados. Nosotros, como espectadores, si tuviéramos esa oportunidad, también nos quedaríamos impactados”.
La calidad cinematográfica, además, tiene que ver con la fidelidad al relato evangélico. “The Chosen está basada en la verdadera historia de los evangelios y de Jesucristo. Algunas localizaciones y fechas han sido combinadas o condensadas, hemos agregado las historias de algunos personajes. Sin embargo, todo el contexto bíblico e histórico ha sido diseñado para reforzar la verdad y la intención de las Escrituras”, como advierten los créditos y reitera el propio Jenkins.
Esos “algunos personajes” son discípulos y algún otro secundario, sobre los que poco o apenas nada dicen los evangelios. Jenkins ha querido profundizar, adentrarse, en la peripecia vital de los doce. Sobre todo, centrándose en dos: Simón Pedro, interpretado por Shahar Isaac, y Mateo, a quien da vida Paras Patel.
Y ahí en la pantalla descubrimos que dudan, que a veces no comprenden a Jesús, que son “verdaderamente humanos”, que aman, que sienten miedo y dolor, hambre y también angustia. Incluida la propia María Magdalena (Elisabeth Tabish), a quien en la serie Jesús recluta –y sana– antes que a cualquiera de sus discípulos. Sobresaliente es, igualmente, el papel del fariseo Nicodemo, a quien interpreta Erick Avari, y que tiene una presencia más que afortunada.
“El Evangelio nunca nos deja de sorprender –afirma sobre la serie el jesuita José María Rodríguez Olaizola–. Por muchas veces que nos hayamos asomado a sus escenas, siempre terminan abriéndonos la puerta a sentimientos, vivencias y la propia experiencia de fe. De ahí que, por más que algunos episodios ya sabes lo que va a ocurrir, resulta novedoso”.
El guión, sobre el que siempre se podrá debatir desde el punto de vista del Jesús histórico, también ha cuidado sobremanera los milagros: las bodas de Caná, la curación del leproso, la del hombre con la mano atrofiada y la del paralítico, ambos en sábado… y expone, en consecuencia, el conflicto con la ley judaica y los fariseos. Más lejanamente, el interés de los romanos por su figura y su rebelión.