Myanmar se desangra hoy por “el Covid-19, el hambre, la guerra civil y la tortura”, denuncia el arzobispo de Mandalay, Marco Tin Win, que ha convocado a los católicos del país asiático –clero, religiosos y laicos– a unirse en oración cada sábado por la tarde, en una hora de adoración, y a celebrar la eucaristía, el primer domingo de cada mes, por la paz, informa la agencia UCA News. Asimismo, ha exhortado a los fieles a no perder la esperanza y a tener una profunda fe en Dios en medio de la ansiedad, el miedo y la desesperación reinantes.
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Su llamamiento se produce tras la escalada de violencia vivida durante los últimos meses, con intensos combates entre la junta militar y las fuerzas rebeldes en los estados de Kayah, Chin y Karen, de mayoría cristiana, que han obligado a la población civil a dejar sus hogares y huir en busca de refugio, también en las instituciones de la Iglesia.
Según un informe de la ONU, fechado el 11 de enero, hasta el día 3 más de 190.000 personas permanecían desplazadas en el sureste del país y cerca de 5.000 habían cruzado a la vecina Tailandia. La misma fuente señala que más de 1.550 casas y otras propiedades –incluidas iglesias y escuelas– fueron destruidas o incendiadas, con el consiguiente éxodo de otras 157.500 personas.
Diez mil detenidos
También el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon, viene advirtiendo que la situación se ha vuelto insostenible, convirtiendo a “nuestro querido Myanmar en una zona de guerra”. Esta vez se refería al ataque perpetrado por militares en el estado de Kayah durante la última Nochebuena, que se saldó con el asesinato de 35 civiles, todos ellos católicos. Ha habido otros ataques contra objetivos civiles, según relataba el propio purpurado en declaraciones recogidas por The Tablet: una intervención área en el estado de Kayin que obligó a miles de personas a huir a Tailandia, o los “repetidos bombardeos y destrucción” de Thantlang, en el estado de Chin.
Naciones Unidas calcula que, desde que los militares depusieron en febrero de 2021 a la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi –hoy en prisión–, durante la ofensiva militar contra los manifestantes que reclaman pacíficamente la vuelta a la democracia, han sido asesinadas más de 1.300 personas y más de 10.000 permanecen detenidas.