En punto de las 17:00 horas (tiempo local) comenzó este sábado la misa de beatificación de los cuatro mártires de El Salvador: el sacerdote jesuita Rutilio Grande García, los laicos Manuel Solórzano y Nelson Lemus, y el fraile de origen italiano Cosme Spessotto, quienes murieron mártires en una época turbulenta, previa a la guerra civil en ese país centroamericano (1979-1992).
La celebración –presidida por el delegado del papa Francisco, el cardenal Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador- se llevó a cabo en la Plaza del Divino Salvador del Mundo, misma que el 23 de mayo de 2015 fue testigo de la beatificación de monseñor Óscar Romero, y en la que en esta ocasión se reunieron más de seis mil personas.
Tras la petición -por parte de los obispos ordinarios de las diócesis a las que pertenecían los mártires- de que éstos fueran inscritos en el número de los beatos, el cardenal Rosa Chávez leyó en latín la respuesta del papa Francisco:
“Carta Apostólica: acogiendo el deseo de nuestros hermanos: José Luis Escobar Alas, arzobispo de San Salvador, y de Elías Samuel Bolaños Avelar, salesiano de Don Bosco, obispo de Zacatecoluca, así como de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles. Después de haber recibido el parecer de la Congregación de las Causas de los Santos, con nuestra autoridad apostólica, concedemos que a los venerable siervos de Dios: Rutilio Grande García, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús; Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, laicos, así como a Cosme Spessotto, sacerdote profeso de la orden de los frailes menores, mártires, heroicos testigos del Reino de Dios -Reino de justicia-, el amor y la paz, hasta la efusión de la sangre, de ahora en adelante sean llamados beatos, y que sean celebrados cada año en los lugares, y según las reglas establecidas por el Derecho, respectivamente el 12 de marzo y el 10 de junio. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dado en Roma, en San Juan de Letrán, el 20 de diciembre del año del Señor, 2021, noveno de nuestro pontificado, Francisco”.
Acto seguido, se desplegó la gigantografía de los nuevos beatos en la plaza del Divino Salvador, y el cardenal Rosa Chávez recibió las reliquias de los mártires en el altar. Posteriormente los obispos y los postuladores de las causas agradecieron al papa Francisco por haber atendido su petición.
En su homilía, el cardenal Rosa Chávez aseguró que el pueblo salvadoreño ve en los mártires que han sido inscritos en el libro de los beatos, una imagen de su propia historia, marcada por alegrías y esperanzas, pero también por tristezas y angustias.
Para el obispo auxiliar de San Salvador, el 22 de enero de 2022 pasará a la historia de ese país como un día glorioso “porque estamos recogiendo la cosecha, ¡y qué cosecha! ¿Quiénes estamos aquí? –se preguntó– somos una representación de todo el pueblo salvadoreño, y hemos venido de todos los rincones de la patria. Aquí hay humildes campesinos y campesinas que exultan de júbilo al ver que la Iglesia reconoce la santidad de quienes han dado su vida en su servicio“.
“Hemos llenado esta plaza y sus alrededores –continuó– quienes hemos vivido esta experiencia intensamente, los que han experimentado en carne propia el drama de la violencia institucionalizada, de la violencia del conflicto armado y la violencia de todos los días; los que hemos visto caer sin vida a personas muy amadas que no tenían nada que ver con el conflicto, y los que han escapado como un pájaro de la trampa del cazador”.
El cardenal salvadoreño recordó que la sangre derramada, unida a la de Cristo, es fuente de esperanza para el pueblo de El Salvador, porque en la persona de los mártires Dios ha reivindicado a todas las víctimas inocentes:
“Rutilio, Manuel, Nelson y Cosme dan nombre a todas las víctimas inocentes ofrecidas en el sacrílego altar de los ídolos del poder, del placer y del dinero. Esa sangre derramada es germen de reconciliación y de paz“, aseveró.
En la celebración eucarística estuvieron presentes autoridades civiles, encabezadas por el presidente Nayib Armando Bukele Ortez, así como el nuncio apostólico en El Salvador, obispos, sacerdotes, religiosas y religiosas de diferentes partes de América Latina, y algunos familiares de los cuatro mártires beatificados.
En el altar de la celebración destacó la imagen de Nuestra Señora Reina de La Paz y la del Divino Salvador del Mundo, así como una manta con la frase apocalíptica: “estos son los que vienen de la gran tribulación. Ellos han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero”, en referencia a los nuevos beatos.
La ceremonia se transmitió a través de las redes sociales del CELAM y de diferentes diócesis de América Latina y el Caribe, así como por varias televisoras y radiodifusoras locales.
El cardenal Rosa Chávez había adelantado a Vida Nueva que los medios de comunicación recibían con simpatía este hecho histórico, “quizá porque el país necesita buenas noticias y mucho oxígeno espiritual para purificar una atmósfera contaminada por la mentira, la violencia verbal y otras formas de polarización”.