“A veces sucede que nuestros sermones y nuestras enseñanzas quedan genéricos, abstractos, no tocan el alma y la vida de las personas”. Durante el ángelus de hoy, el papa Francisco ha reflexionado acerca del evangelio de la liturgia de hoy, III Domingo de la Palabra de Dios, en el que Jesús inaugura su predicación.
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Y esto sucede porque “les falta la fuerza”, lo que Jesús “llena de sentido con la fuerza del Espíritu”. “Escuchas conferencias impecables, discursos bien construidos, que sin embargo no conmueven el corazón y así todo queda como antes”, ha afirmado el Papa. “Lo digo con respeto y con dolor”, ha reconocido, “tantas homilías son abstractas, que en vez de despertar el alma, la duermen, y los fieles empiezan a mirar el reloj y a preguntarse cuándo terminará esto”.
Y es que “la predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, caduca en moralismos y conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como fuera de tiempo, alejado de la realidad. Por eso, quien predica es el primero que tiene que experimentar el hoy de Jesús, para poder comunicarlo a los demás”.
Un faro que guía
En este domingo de la Palabra de Dios, y después de que en la eucaristía haya instituido a los primeros ministros catequistas de la historia, Francisco ha agradecido “a todos los predicadores y anunciadores del Evangelio” y ha animado a orar por ellos, “para que vivan el hoy de Jesús, la dulce fuerza de su Espíritu que da vida a la Escritura”.
“La Palabra de Dios, en efecto, es viva y eficaz”, ha continuado el Papa, “nos cambia, entra en nuestras cosas, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y ordena”. Además, ha señalado que es también “el faro que guía el camino sinodal iniciado en toda la Iglesia. Mientras nos esforzamos por escucharnos unos a otros, con atención y discernimiento, escuchamos juntos la Palabra de Dios y el Espíritu Santo”.
Beatos de El Salvador
Al finalizar el ángelus, el Papa ha recordado la beatificación ayer en El Salvador del sacerdote jesuita Rutilio Grande García, los laicos Manuel Solórzano y Nelson Lemus, y el fraile de origen italiano Cosme Spessotto, quienes murieron mártires en una época turbulenta, previa a la guerra civil en ese país centroamericano (1979-1992).
Además, ha explicado que, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, ha acogido la propuesta “llegada de muchas partes del mundo” de proclamar a san Ireneo de Lion doctor de la Iglesia. “Es un puente entre oriente y occidente”, ha afirmado.