El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pisado por primera vez la sede de la Conferencia Episcopal Española para reunirse con el presidente de los obispos, el cardenal Juan José Omella. ¿El motivo principal del encuentro que ha durado aproximadamente una hora? Poner negro sobre blanco en las inmatriculaciones llevadas a cabo por la Iglesia durante el Gobierno Aznar.
La cita ha tenido lugar después de que se concluyeran los trabajos precisamente de la comisión mixta formada por Moncloa y el Episcopado para verificar la auditoría realizada por el Ejecutivo de coalición que dio por buenas los 34.961 bienes inmatriculados entre 1998 y 2005, entre los que se encontraban iglesias, pisos, locales, fincas…
Aunque el objetivo del Ejecutivo era encontrar lagunas en el proceso de inscripción de estas propiedades, no encontraron nada. Sin embargo, ha sido la propia Conferencia Episcopal la que ha revisado uno a uno el listado y ha confirmado que “no le consta tener la titularidad de un millar aproximado de bienes en principio adjudicados a la Iglesia”. “El análisis realizado por la Iglesia de dicho listado, en el marco de la mencionada Comisión, ha revelado un conjunto de bienes que la Iglesia considera que pertenecen a un tercero, o no le consta su titularidad sobre el mismo”, detallan desde el Episcopado.
¿Qué ocurre a partir de ahora con estas propiedades? Es de suponer que si no se reconocen como bienes propios de la Iglesia, corresponderá al Estado dilucidar quién es el dueño. Será el Ejecutivo quien ponga en conocimiento de las entidades locales y de los registros esta información y se puedan, de este modo, iniciar los procesos de regularización que, en su caso, pudieran corresponder. A estos efectos, la Iglesia se ha comprometido a colaborar en la medida de lo posible para facilitar estos procesos.
En cualquier caso, la visita del líder del Ejecutivo a Añastro se valora como un gesto de agradecimiento por el ejercicio de transparencia demostrado por los obispos al descubrir los errores del informe elaborado precisamente por Moncloa con el fin de encontrar una apropiación indebida masiva que no es tal. Ese millar de bienes constituyen tan solo un 2,86% de los bienes totales analizados. De hecho, tal y como ha podido confirmar Vida Nueva, habría sido el propio Pedro Sánchez quien habría solicitado modificar el lugar de la cita, que en principio estaba prevista realizarse en Moncloa.
Al margen de las inmatriculaciones, tal y como explica la Conferencia Episcopal a través de un comunicado, “Omella ha trasladado al presidente Sánchez el trabajo de la Iglesia al servicio del bien común durante la pandemia”, así como la preocupación por las cuestiones sociales de inmigración, corredores humanitarios y las dificultades en la España vaciada, que brotan de la concepción cristiana en torno al ser humano”. Eso sí, ni rastro ni intención de abordar una renegociación de los acuerdos Iglesia-Estado.
El presidente Sánchez ha acudido a la reunión acompañado del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, mientras que al cardenal Omella, le han arropado, entre otros, el secretario general del Episcopado, Luis Argüello, así como el vicesecretario general de Asuntos Ecomómicos, Fernando Giménez Barriocanal.
Además, el cardenal arzobispo de Barcelona ha mostrado a Sánchez las instalaciones de la calle Añastro en el madrileño barrio de Arturo Soria. Juntos se han detenido en la Capilla de la Sucesión Apostólica, obra del jesuita Marko Rupnik, donde el presidente de los obispos ha entonado una breve oración por los gobernantes de España. También le ha mostrado la sala de la Asamblea Plenaria y le ha explicado cómo es el trabajo del Episcopado.
Al comenzar la reunión Omella le ha regalado a Sánchez el libro ‘La Capilla de la sucesión apostólica’, así como algunos de los documentos de la CEE: ‘Iglesia servidora de los pobres’, ‘Fieles al envío misionero. Orientaciones de la CEE para 2022-2027′; además de la Memoria de actividades de la Iglesia y el texto ‘La Iglesia, Pueblo de Dios entre las naciones’.