En 1910, ante el temor de que acabara con la vida en el planeta, hubo suicidios en buena parte del mundo
Seguramente, el fenómeno astronómico que más impacto ha generado en la humanidad es el cometa Halley, del que se tiene constancia que fue avistado por primera vez desde la Tierra en el año 239 a. C. y cuyo próximo paso alrededor de nuestro planeta tendrá lugar en 2061, siendo la anterior en 1986.
Así, cada casi ocho décadas, subyuga a los hombres con su larga cola brillante, perfectamente visible sin necesidad de telescopio alguno, despertando a partes iguales fascinación y miedo. Sin duda, una de las veces que más impacto generó fue en 1910, siendo visible durante varios días, aunque el momento culmen se dio en la noche entre el 18 y el 19 de mayo.
Como ilustra Vicente Aupí, autor de la web ‘Estrellas y Borrascas’, en su artículo ‘Halley, 1910: el cometa del fin del mundo’, se dio una cierta convulsión desde las semanas previas, siendo el fenómeno astronómico el gran protagonista de todas las conversaciones. Así, las crónicas de la prensa de la época recogieron todo tipo de reacciones, registrándose numerosos casos de suicidio en varios países ante lo que muchos temían que era el Apocalipsis. Y es que, según alertaban muchos desde sus altavoces nada científicos, Halley, incluso aunque no colisionara contra la Tierra y desatara todo tipo de fenómenos naturales, dejaría en la atmósfera una serie de gases que envenenarían al conjunto de la vida.
En España, según recoge el artículo ‘El cometa de Halley y la imagen pública de la astronomía en la prensa diaria española de principios del siglo XX’, de Pedro Ruiz-Castell, Ignacio Suay-Matallana y Juan Marcos Bonet Safont, docentes del CSIC en la Universitat de València, se dieron crónicas hilarantes, como esta del diario bilbaíno ‘El Imparcial’: “El famoso cometa es el tema obligado de todas las conversaciones. Muchísimas personas ven llegar con verdadero temor el crítico momento y, como prueba de ello, esta mañana pudo verse en las iglesias un extraordinario número de fieles en los comulgatorios. Los sacerdotes, aun procurando ser breves e indulgentes en el tribunal de la penitencia, no pudieron despachar a todos los que solicitaban confesión, y esta noche estuvieron llenas las iglesias. Mañana habrá una cola caso cometaria ante las sagradas mesas”.
Con todo, otra vez que Halley sorprendió a la humanidad en un momento de fuerte crisis (en 1910 se estaba a las puertas de la I Guerra Mundial) fue en 1456, a menos de dos décadas de la caída de Constantinopla, que significó el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. En plena escalada bélica ante el avance del Imperio Otomano, el papa Calixto III se tomó como un mal presagio las noticias que hablaban de la llegada de un gran cometa.
Así, a las puertas de la histórica Batalla de Belgrado, capital para frenar el avance turco por el continente europeo, cuentan que el pontífice, realmente asustado, llegó incluso a excomulgar oficialmente al fenómeno astronómico.
Sea cierta la leyenda o no, lo documentado es que llamó a la cristiandad a orar por los soldados que debían defender Belgrado. Siendo la oración al mediodía, desde entonces se ha mantenido la tradición de rezar hoy algo muy presente en la vida de millones de católicos: el ángelus.
El resto de la Historia es ya conocido: Belgrado no cayó, pero Constantinopla sí, en 1475, dividiendo al mundo (y a la cristiandad) aún más entre Oriente y Occidente. Es de esperar que la próxima visita de Halley, en 2061, no nos sorprenda instalados en otra crisis de esas dimensiones. O, al menos, que no haya quienes generen el pánico anunciando un inminente fin del mundo.