El sacerdote Heyman Vázquez, de la diócesis de Tapachula, apareció el pasado fin de semana en varios medios de comunicación, luego de haber rescatado a un grupo de migrantes que habían sido asaltados en el monte por delincuentes.
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En entrevista para Vida Nueva, narra a detalle lo que ocurrió el pasado 22 de enero, luego de que siete migrantes llegaran a la parroquia de San Francisco de Asís, la cual administra, para pedirle apoyo a fin de ir al rescate de otros compañeros que habían sido víctimas de la delincuencia.
Estas siete personas –explica el sacerdote– eran parte de un grupo de 50 migrantes, en su mayoría venezolanos, cubanos y nicaragüenses, pero habían logrado escapar de los delincuentes.
“Me informaron que sus demás compañeros se encontraban cerca de las vías, a unos tres kilómetros de Huixtla, donde habían sido despojados de sus pertenencias por seis hombres con metralletas”.
En busca de apoyo gubernamental
Tras alimentar a los siete migrantes, el sacerdote pidió a dos de ellos que lo acompañaran a denunciar los hechos ante la Fiscalía de Migrantes.
También se comunicó con el presidente municipal, a quien le narró lo ocurrido. El funcionario se comprometió a ayudarlo, pero el sacerdote jamás recibió ni las patrullas ni los policías que había solicitado.
“Yo entendí que no quería cooperar. Pero yo no me podía quedar quieto, así que me llevé a tres de los hermanos migrantes y fuimos a ver. Cien metros antes de llegar al lugar por donde estaban los delincuentes, los migrantes dijeron que no querían ir. ‘Ahí están, nos van a echar bala’, me dijeron, y no quisieron avanzar más“.
El sacerdote decidió emprender solo la búsqueda. Le preguntaba a la gente que se encontraba en el camino si habían visto a un grupo de migrantes, pero no tuvo respuesta satisfactoria. Todos tuvieron que regresar a la parroquia.
La llamada clave
Por la tarde, uno de los migrantes que se encontraba a salvo en la parroquia recibió en su celular una llamada. Era de uno de sus compañeros perdidos que había logrado ocultar su celular de los delincuentes.
Le dio la ubicación al sacerdote y éste, junto con otras tres personas, comenzaron la búsqueda, hasta que finalmente dieron con el grupo que se encontraba extraviado en la montaña.
Los migrantes le relataron al sacerdote que los delincuentes los habían obligado a entregarles sus mochilas y a desnudarse para despojarlos de sus pertenencias; a algunas mujeres las habían manoseado. Además, en el asalto, uno de los migrantes recibió un balazo en el brazo.
En total, los migrantes rescatados fueron 28. En el grupo inicial iban niños con sus padres, pero siguieron su camino después de que los delincuentes los despojaron de sus pertenencias.
Actualmente estas personas permanecen en el salón de usos múltiples de la parroquia debido a que el proceso de denuncia judicial es tardado, además de que “tienen miedo de salir o de que los delincuentes los lleguen a buscar”, señala.
Las investigaciones continúan
El sacerdote relató que fue hasta después cuando llegaron las autoridades. Se llevaron a dos de los migrantes para conocer el lugar exacto donde los delincuentes les robaron sus pertenencias. “Es un camino lleno de ropa vieja –describe–, que es señal de que ahí siempre han asaltado a los migrantes”.
El religioso asegura que desde 2008 la zona de “La Arrocera” ha sido un foco rojo donde asaltaban y herían a migrantes, y violaban a las mujeres. “Yo les dije a las autoridades que si quieren que esa zona deje de ser tan insegura, uno les apoya, pero que pongan atención ahí”, añadió.
Finalmente, pidió a la sociedad ver con “ojos humanos el fenómeno de la migración; platiquemos con ellos, para que sepamos su situación, que entendamos que no han salido de su país porque ellos quieren, sino por la pobreza o la inseguridad en que viven, y que tienen que buscar la forma hasta de salvar la vida”.
Cabe mencionar que en la parroquia del padre Heyman se cuenta con un comedor comunitario, en el que apoyan a los migrantes que pasan por la comunidad y siguen su camino en busca del Sueño Americano.