“Yo creo absolutamente a Benedicto XVI y no a sus enemigos, que solo quieren hablar mal de él”. El cardenal alemán Gerhard L. Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) y al que su compatriota Joseph Ratzinger encargó la edición de su prolífica obra, defiende con vehemencia al Papa emérito de las acusaciones vertidas en el reciente informe (privado) sobre la pederastia eclesial en la Archidiócesis de Múnich-Freising.
Según la citada investigación, Ratzinger no habría actuado contra cuatro sacerdotes abusadores cuando estaba al frente de este territorio eclesiástico del sur de Alemania, algo que Müller niega tajantemente hablando en perfecto español en una entrevista con Vida Nueva mantenida en su domicilio de Roma.
“Utilizan esta ocasión para atacarle por ser el mayor representante de la catolicidad contra la que se lanza el Camino Sinodal que se está recorriendo en Alemania y que es anticatólico, pues niega la sacramentalidad del sacerdocio y del episcopado”. A juicio del anterior prefecto de la CDF, el informe sobre abusos de Múnich-Freising tiene “un único objetivo: atacar a la Iglesia”.
PREGUNTA.- ¿Qué pasó realmente en ese caso en el que Benedicto XVI ha admitido que estuvo en una reunión en la que se habló de un sacerdote acusado de abusos, aunque había negado antes su presencia?
RESPUESTA.- Somos humanos: a cualquiera le resulta difícil acordarse de algo que hizo un día de hace 40 años. Aquel sacerdote había venido de otra diócesis y se le dio la oportunidad de vivir en una casa parroquial en Múnich para que siguiera una terapia psicológica. Fue después de que Ratzinger fuera llamado a Roma como prefecto de la CDF cuando aquel presbítero volvió a hacer cosas malas. Pero sobre esos casos el Papa emérito no tiene ninguna responsabilidad. En el informe han hecho una reconstrucción de los hechos para atacarle.
Yo creo absolutamente a Benedicto XVI y no a sus enemigos, que solo quieren hablar mal de él. Utilizan esta ocasión para atacarle por ser el mayor representante de la catolicidad contra la que se lanza el Camino Sinodal que se está recorriendo en Alemania y que es herético, pues niega la sacramentalidad del sacerdocio y del episcopado. También por su postura frente a las parejas homosexuales, que van contra la doctrina del matrimonio. Aunque son otros arzobispos de Múnich y vicarios generales los que están implicados en esos lamentables casos, al que atacan es a Benedicto XVI.
P.- ¿Pone la mano en el fuego por Benedicto XVI?
R.- Sí, por supuesto. Es absolutamente inocente. Benedicto XVI es precisamente la persona con la que, gracias a su función como prefecto de la CDF, la Iglesia universal empezó a luchar abiertamente contra el abuso sexual a menores cometido por malos sacerdotes. Es por ello que nadie tiene derecho a atacarle precisamente a él.
P.- ¿Considera que se trata de un intento de desacreditarle?
R.- Estoy convencido de ello. Ese informe tiene un único objetivo: atacar a la Iglesia. Los casos en los que se relaciona a Benedicto XVI son conocidos desde hace tiempo. Yo conozco a varias de las personas que salen también implicadas y puedo decir que son personas de gran responsabilidad y honor. Pueden haber cometido alguna falta, pero ¿de qué tipo? ¿Fue deliberadamente, por negligencia o porque no conocían en ese momento la situación?
P.- A su juicio, ¿no aporta nada nuevo el informe?
R.- Yo conozco solo esos cuatro casos en los que se relaciona a Benedicto XVI y son todos conocidos. Uno puede preguntarse qué sentido tiene hacer estas investigaciones hoy. Creo que lo que hay que hacer es concentrarse en las víctimas, para que se haga justicia con ellas y aprender de estos casos para hacer mejor la prevención y manejarlas canónicamente de manera adecuada.
No le veo un gran sentido a estas investigaciones de hace décadas cuando ninguno de esos abusadores ya puede seguir haciendo daño. Y luego está otra cuestión: ¿por qué no se hacen también esas investigaciones en las escuelas, en los tribunales o en el propio Estado? Por no hablar de las familias. Pero solo se pone el foco en la Iglesia, que tiene precisamente un porcentaje de abusadores menor que otras instituciones.