Misionero seglar y artista, Félix Fernández de Romarategui (Vitoria, 1922) –reconocido como Peli Romarategui–, cumple 100 años. Lo hará este 30 de enero como un referente, un ejemplo, un modelo. “Para nosotros, es el exponente del grupo misionero vasco –afirma el sacerdote Juan Ramón Etxebarría (Urbina, 1950), también misionero en Ecuador, desde que llegó a finales de los años 70–. Nosotros predicábamos, dábamos catequesis, hacíamos celebraciones, pero Peli todo eso lo tradujo en arte, que es lo que ha quedado. Es una expresión de lo que hemos hecho en Ecuador, que es la fe en los pobres y en los humildes, en darles la máxima dignidad”.
En Ecuador, donde permaneció de los 33 a los 66 años, Peli dejó el grueso de su obra: mosaicos y vitrales, sagrarios y altares, “que fueron enriqueciendo las capillas humildes de las zonas empobrecidas donde trabajaba como misionero”, describe Fran Izquierdo, rostro visible –junto a Elena Fernández de Castillo– de Misiones Diocesanas Vascas-Vitoria, que le dedica una exposición y un ciclo de conferencias.
“Es un homenaje que queremos hacer, y es importante hacer, a Peli Romarategui y a su obra, pero también un acto de justicia –dice Izquierdo–. Su figura es poco conocida aquí en Vitoria, y queríamos aprovechar la ocasión para mostrar quién es y el trabajo que ha dejado en Ecuador y en el País Vasco”.
Etxebarría le conoce extraordinariamente bien, incluso escribió un libro, Ecuador, la cara oculta de la belleza. Vida y obra artística del misionero vasco Peli Romarategui (1995). Ahora ha regresado a Vitoria para estar presente en la reivindicación de la vida y obra de Peli. “Es un homenaje, pero, sobre todo, dar a conocer su obra, valorar su trabajo. Han sido más de 50 años dedicados a hacer obras de arte maravillosas en Ecuador y en el País Vasco, que no se han destacado. No se ha resaltado mucho toda esa labor artística y ahora es el momento de ponerla en valor. Y creo que a Peli, la persona más sencilla y humilde, a la que menos le gusta el protagonismo, esto le satisface, le veo contento, sonriendo, porque pensaba que iba a estar más rebelde”.
El santuario de Urkiola es su gran obra en el País Vasco. “Es una obra única que, digamos, la gente conoce a medias. Esta es la gran oportunidad para reivindicar que la gente vaya a Urkiola”, dice Etxebarría. “Con la experiencia que traía de Ecuador, cuando volvió en 1988, hizo el mayor mosaico que él ha hecho, de 170 m2”, añade. Solo el retablo mayor, con el diseño del Árbol de la Vida, contiene más de 800.000 teselas. Peli ejecutó, además, catorce vitrales, todos ellos diseñados por José Mari Muñoz, presbítero de la Diócesis de Bilbao, también artista y misionero, fallecido en 1997, justo cuando se inauguró la intervención artística en el santuario de los Santos Antonios.