Stefan Oster, obispo de Passau, la diócesis alemana donde nació Benedicto XVI, también defiende al Papa emérito de las acusaciones de no haber actuado contra cuatro sacerdotes pederastas cuando era arzobispo de Múnich y Freising, como asegura el reciente informe sobre abusos en esa importante archidiócesis germana.
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Según escribe Oster en su página web y recoge la agencia italiana Ansa, Benedicto XVI fue “uno de los primeros en reconocer” el problema de la pederastia eclesial y a tomar “medidas concretas y eficaces, por medio de muchos encuentros con las personas golpeadas y un juicio duro hacia los culpables. Y todo esto con no poca resistencia en el Vaticano”.
Al obispo de Passau le llamaba la atención que Ratzinger usara más a menudo el término “supervivientes” que el de “víctimas” para referirse a las personas que habían sufrido de niños episodios de abusos sexuales cometidos por clérigos. “Sabía que los abusos pueden ser potencialmente letales y devastadores para la vida de una persona”, subraya Oster.
El “error fatal” en la declaración
La polémica por si Ratzinger estaba o no presente en una reunión en 1980 en la que se habló de un sacerdote pederasta que iba a ser acogido en Múnich, donde se iba a someter a una terapia psicológica, está provocada para el obispo de Passau por un exceso de celo de sus colaboradores. Aunque en un primer momento dijo que no acudió a esa cita, Benedicto XVI luego reculó y sí que admitió su presencia.
“Es un error fatal, porque el estudio de abogados ha conseguido criticarle” por este motivo, sostiene Oster, que considera que el círculo más cercano al Papa emérito, al tratar de preservarlo, trató de presentarlo “de la manera más intachable posible”. A su juicio ese intento resultó al final “poco eficaz” y acabó dañando a Ratzinger, cuya ‘mano dura’ frente a los abusos ya resultaba de sobra conocida por parte de la opinión pública.