Cono Sur

En Chile celebran fiesta de la Candelaria

Copiapó es la sede de la celebración más concurrida que también se realiza en varias otras ciudades del país





Posiblemente esta devoción llegó a América con los conquistadores que la pueden haber conocido al pasar por Islas Canarias donde tuvo su origen en el siglo XV. Varios países latinoamericanos la tienen entre sus principales fiestas de religiosidad popular.



En Chile, desde el desierto en el norte hasta el archipiélago de Chiloé, en muchos lugares la celebración del 2 de febrero atrae a miles de devotos que participan en sus procesiones y bailes.

Figura tallada en piedra

Destaca, sin embargo, la fiesta en Copiapó donde hay una tradición particular.

Esa tradición afirma que, en 1780, en las cercanías del salar de Maricunga a 3.750 mts sobre el nivel del mar, el arriero Mariano Caro Inca encontró una figura tallada en una piedra plana de 14 cm de alto en la que reconoció a la Virgen de la Candelaria. Según esa tradición habría sido la misma Virgen que lo llamó para permitirle descubrir una cueva en la que se pudo proteger de una tormenta. Al llevarla a su pueblo, en las cercanías de Copiapó, dio origen a la devoción que se mantiene hasta hoy.

El templo construido en el lugar fue destruido por un incendio, siendo reconstruido en 1922 y es el lugar donde hoy se mantiene la imagen histórica, junto a la tumba donde está enterrado el arriero que la encontró. Algunos años más tarde, otro sacerdote dispuso una imagen más grande de la Virgen para facilitar la devoción que se fue haciendo multitudinaria.

La celebración, en Copiapó, dura 12 días: la novena y 3 días de fiesta. Cada día tiene una dedicación especial: los enfermos, los niños, los mineros… En tiempos sin pandemia llegaban al templo de La Candelaria más de 100 mil peregrinos y hasta 40 bailes religiosos.

Un proyecto de vida

En la víspera del día de la fiesta, el Obispo, Ricardo Morales, invitó a mirar la imagen de María Candelaria, que sostiene a su hijo en una mano, y en la otra, una candela. “Eso es más que un discurso, dijo el obispo, es un proyecto de vida, María nos entrega a su hijo, como lo más preciado que tiene, para iluminar toda la vida. ¿Estoy dispuesto a recibir el regalo que la Virgen me quiere hacer? En su otra mano porta un cirio, una candela. Quiere que tomemos esa vela porque quiere que sea para nosotros luz en las tinieblas”.

En la arquidiócesis de Concepción la celebración tuvo lugar en el santuario ubicado en San Pedro de La Paz y se inició con la presentación de un baile religioso integrado por niños y niñas. En lugar de la tradicional peregrinación se realizó una caravana en vehículos que seguían al que llevaba la imagen de la Virgen, todos portando globos blancos y celestes.

El párroco Mauricio Aguayo dijo que decidieron “mantener la fiesta con su espíritu genuino”, tomando los resguardos necesarios y reduciendo algunas actividades. “Finalmente se pudo realizar y hemos tenido una respuesta muy importante de las personas, no tanto en el número, pero sí en la gratitud que han manifestado frente al hecho de que hemos mantenido la fiesta. Así que esperamos que eso sea un buen indicio para que ya se vaya recuperando también en distintas partes la religiosidad popular, que es tan importante”, expresó Aguayo.

Dejarnos animar por el Espíritu

También en la diócesis de Osorno, con el lema “María, fuente de consuelo y esperanza”, se celebró de manera virtual, en Misión Rahue, la fiesta de La Candelaria, tradición muy arraigada en la zona.

El obispo Jorge Concha, ofm, en su homilía pidió a los devotos y comunidades de su diócesis que “en este día, en que celebramos la Presentación del Señor y a Nuestra Señora de la Candelaria, nos dejemos animar por el Espíritu Santo. La Virgen de la Candelaria, se le llama así porque Ella trajo al mundo la Luz, y lo que quiere es que nosotros acojamos esa Luz de la cual Ella fue portadora porque la necesitamos y el mundo la necesita para tener vida, y para que iluminados por esa Luz y fortalecidos por la acción del Espíritu que nos da el mismo Señor, podamos hacer signos en este tiempo, en nuestra historia, en nuestra realidad”, dijo el obispo.

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