Benedicto XVI da un paso al frente. Tras las acusaciones de inacción ante los casos de pederastia que tuvieron lugar en su etapa como arzobispo de Múnich, el Papa emérito ha reaccionado con una carta en la que pide perdón por todos los errores cometidos por su parte en todo su ministerio.
“Una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica”, expone Joseph Ratzinger, de 94 años, que prometió dar una respuesta tras analizar el informe elaborado por una auditoría externa en el que se le habla de falta de solicitud por su parte para reaccionar, al menos, ante tres sacerdotes pederastas.
En la misiva, el Papa emérito reconoce que “tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que han ocurrido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares”. Si bien es cierto que no es la primera vez que entona un ‘mea culpa’ vinculado a la pederastia eclesial, sin duda alguna en esta ocasión tanto el fondo como la forma, destaca por la contundencia de sus palabras y por hacerlo en primera persona tanto del singular como del plural.
Es más, no duda en elevar su oración con dos plegarias. “Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestras culpas, nuestras grandes y grandísimas culpas”, expone en un momento de la carta. En otro momento, sentencia: “Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque mirando hacia atrás en mi larga vida puedo tener muchos motivos de temor y miedo, sin embargo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido él mismo mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”.
Incluso hace un llamamiento al clero para que de un paso al frente. “Es el momento de la confesión”, asegura mediante una frase que parece complementaria a la lanzada por el Papa Francisco tras conocer el informe francés hace unos meses: “Es el momento de la vergüenza”.
En el documento firmado por él, detalla que “en todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande”. Además, admite que “he aprendido a comprender que nosotros mismos nos vemos arrastrados a esta gran culpa cuando la descuidamos o cuando no lo afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha ocurrido y ocurre con demasiada frecuencia”.
Aterrizando en la investigación encargada por la diócesis de Múnich, niega que conociera los hechos divulgados en el estudio. Aunque reconoce el “gigantesco” trabajo realizado por los auditores, detalla que “se produjo un descuido” respecto a su participación en una reunión en 1980 en la que se habría abordado el caso de un cura pederasta. Si en un principio, Benedicto XVI aseguró que él no asistió a dicho encuentro, después se retractó.
“Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable”, escribe Benedicto XVI, que lamenta que este hecho haya llevado a algunos a tratarle “como un mentiroso”.