“No me he cansado de decir que la desigualdad es una estrategia de los grandes, de los políticos, de los gobiernos para perpetuar el círculo de la pobreza en Guatemala. Y no me refiero a pobreza solo por la falta de recursos económicos, sino a la pobreza en toda su magnitud: espiritual, mental, de autoestima, educacional, de ilusiones rotas de un mañana mejora”. Con estas palabras se presentaba, vía telemática, Carlos Arriola, presidente de la Asociación Santiago Jocotán, en la rueda de prensa de presentación de la campaña 2022 de Manos Unidas.
- PODCAST: Resaca ‘ad limina’
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Desde Jocotán, un pequeño pueblo en el oriente de la Ciudad de Guatemala, el médico guatemalteco ha dado testimonio de cómo lleva 31 años al servicio de la población indígena. “Cuando llegué a la zona, siendo tan solo un médico de 23 años, proveniente de la Ciudad de Guatemala y, aunque duele admitirlo, ignorante de la realidad de mi país, me encontré con niños famélicos, adultos con franca desnutrición y con condiciones de vida totalmente inadecuadas”, ha recordado.
Allí es, desde entonces, observador de la desigualdad. ¿Un ejemplo? “Un día una señora me dijo: ‘Mire, doctor, usted no se preocupe si se le muere un niño desnutrido, de esos, de los indios; ellos tienen muchos hijos y no sienten nada, les da lo mismo; si se les muere uno, tienen más, ellos no son iguales a nosotros'”, ha afirmado con tristeza.
Seis años de apoyo de Manos Unidas
Gracias, entre otros, a la ayuda de la ONGD de la Iglesia española, se ha logrado reducir la desnutrición aguda. El Centro de Recuperación Nutricional Infantil en Jocotán (dispensario Bethania), lleva los últimos seis años recibiendo cuatro o cinco casos por año, cuando 30 años atrás el promedio era de 450 niños desnutridos anualmente.
Pese a todo, según datos de instituciones que trabajan sobre el terreno, Guatemala cuenta con la tasa de desnutrición crónica más alta de América Latina y unas de las más elevadas del mundo (49%). En algunas zonas rurales alcanza incluso el 80%.
Como ha denunciado el doctor, “la desigualdad siempre va existir; mientras haya ambición, codicia y un mundo que nos obliga a comprar, a gastar, a ser más individualistas, no la podremos erradicar”.