“Si no ponemos remedio vamos a condenar a 500 millones de personas más a ser pobres –el equivalente a toda la población de la Unión Europea–”. Con esta contundente frase ha intentado hoy la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, llegar a toda la sociedad para, juntos, “vencer a la indiferencia”. La ONGD de la Iglesia ha presentado hoy su 63ª campaña anual bajo el lema ‘Nuestra indiferencia les condena al olvido’ en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid.
En su particular ‘guerra’ contra el hambre, Manos Unidas ha denunciado que la pandemia no ha hecho más que aumentar la desigualdad –como recogen en su manifiesto–. Para muestra, el ejemplo de la vacunación. “En RD Congo, solo un 0,4% ha tenido acceso a la primera dosis de la vacuna, mientras que en España el 81% ha recibido dos dosis y un 50% hasta tres”, ha subrayado Pardo.
Un año más, la ONGD de la Iglesia impulsa la denuncia de las causas que perpetúan y acrecientan las desigualdades, dando lugar a que 811 millones de personas pasen hambre en el mundo, “pese a que hay alimentos para todos”, ha recalcado la presidenta.
Pardo ha invitado a la sociedad a “quitarse la máscara de la indiferencia y no dar la espalda a la pobreza, porque es un tema que nos ocupa a todos”. Así, se ha lamentado de que no tengamos “los ojos abiertos hacia fuera”. “¡Combatamos, como nos dice el papa Francisco, la globalización de la indiferencia!”, ha clamado para luego resaltar que “no podemos abandonar la solidaridad por el sálvese quien pueda”.
Para Manos Unidas, es necesario reconocer la realidad para transformarla. En su lucha, contarán, “especialmente durante estos años, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible como marco de lucha por la igualdad. Sobre todo, en este momento en el que un reto global, una pandemia, ha profundizado todavía más las consecuencias de la desigualdad”, han advertido en la rueda de prensa.
Junto a la presidenta han intervenido el jesuita Álvar Sánchez, de la delegación de Migraciones de Nador, y el doctor Carlos Arriola, presidente de la Asociación Santiago Jocotán, que actúa en uno de los pueblos más deprimidos de Guatemala. Ambos reciben el respaldo económico de Manos Unidas en sus proyectos a favor de los últimos.