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Tagle reivindica como “profetas” a quienes ven amenazado su derecho a la libertad religiosa

  • Se presenta en la Universitat Abat Oliba el ‘Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo’, de ACN
  • El 67% de la humanidad vive en países en los que se persigue o discrimina por la religión





La Universitat Abat Oliba (UAO) CEU, en Barcelona, ha acogido en la mañana de este 9 de febrero la presentación del ‘Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo’, actualizado hasta 2021 y elaborado cada dos años por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).



El estudio, presentado en un coloquio moderado por el rector de la UAO, Rafael Rodríguez-Ponga, ha contado con la presencia del prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide), el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, quien ha intervenido on-line; el presidente de ACN, Javier Menéndez Ros; y Jose Luis Bazán, asesor jurídico en Bruselas de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE).

Toma de conciencia

En su intervención, Tagle ha destacado que la Iglesia “es ante todo misionera”, siendo esta tarea pastoral “un deber fundamental del pueblo de Dios”, debiendo “tomar conciencia de su compromiso misionero” todos los cristianos.

En este sentido, el purpurado filipino ha recordado que Propaganda Fide tiene “más de cuatro siglos” de existencia, siendo “impulsada por todos los papas”. Actualmente, sus competencias han aumentado y hasta 1.119 circunscripciones eclesiales dependen en algún grado de la congregación, que trabaja mano a mano con las diferentes conferencias episcopales o con los institutos de vida consagrada presentes en los países. Algo que se manifiesta en el día a día de los misioneros en las decenas de miles de escuelas, hospitales, leproserías o dispensarios en los que despliegan su vocación, siempre volcados en los que más lo necesitan.

Apoyo al apostolado

Además, el también presidente de Caritas Internationalis ha señalado que buena parte de su trabajo consiste en apoyar y supervisar el apostolado de los seminaristas y los catequistas, siempre en comunión con las Iglesias locales. Sin olvidar, claro, el papel esencial de las Obras Misionales Pontificas (OMP), calificada como “una red mundial de caridad al servicio del Papa, siendo, desde su carisma volcado en animar la vida misionera, un instrumento eclesial para promover las misiones”.

En cuanto a la libertad religiosa, Tagle ha expresado que, “en muchas partes del mundo, hay una preocupación grave en este sentido”. Desde Propaganda Fide conocen todo tipo de realidades gracias a que “las propias Iglesias locales nos cuentan sus experiencias”. Una información que ponen al servicio del Papa, dándole “bases sólidas para su discernimiento”, y que luego buscan que se traduzca en derechos “cuando la Santa Sede dialoga con sus gobiernos para defender la libertad religiosa”.

Actitud de apertura

Con todo, el prefecto de Propaganda Fide admite que, “en la base de muchos conflictos, nos encontramos con situaciones políticas o culturales que resultan complejas y diversas”. De ahí que sea clave siempre “mantener la identidad misionera y, al mismo tiempo, una actitud de apertura hacia las otras identidades”. Todo con el fin de mejorar la vida de “nuestros hermanos que sufren”, a quienes “escuchamos y por quienes rezamos”. Y es que estamos ante quienes se muestran, “ante todos nosotros, como profetas”.

Jose Luis Bazán, quien ha recordado que “los cristianos son el grupo más perseguido”, ha señalado qué puntos le preocupan de la situación en Occidente, realidad que conoce de primera mano por su labor en Bruselas. Así, ha rechazado que la libertad religiosa sea “un derecho de segunda categoría o una reliquia en este tiempo de espiritualismo difuso y en el que muchos gobernantes la atribuyen a un simple hobby, como el que es aficionado a la astronomía. No, es un derecho matriz, con una identidad propia”.

Nuevos derechos artificiales

Fruto de ese cambio de perspectiva, percibe cómo, “en Occidente, se crean nuevos derechos artificiales y se limitan los ya reconocidos, reinterpretándose muchas veces los tratados establecidos y hasta la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Algo que lleva a que “crezcan las restricciones formales” en el culto o en “el uso indebido del discurso del odio, comprometiendo el disenso”. Algo que ha llevado, por ejemplo, a que “en España se haya intentado procesar penalmente a obispos por expresar la misma Doctrina de la Iglesia”.

Por su parte, Javier Martínez Ros ha destacado que, “si algo debemos ser, es una Iglesia misionera”. Por ello hay que defender la libertad religiosa, que refleja “el derecho a tener, mantener o cambiar de creencia religiosa, pudiendo manifestar uno la propia fe tanto en el ámbito privado como en el público”.

En caída libre

Al presentar las principales conclusiones del ‘Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo’, relativo a 2021, ha lamentado es este “es un derecho humano en caída libre”. Y es que el 67% de la población mundial (más de 5.200 millones de personas) vive en países (hasta 62) en los que la libertad religiosa es un derecho amenazado y son frecuentes, en diferentes grados, los ataques a la fe.

Según el presidente de ACN, el deterioro de la situación se ha agravado “notablemente” desde 2018. En este sentido, se constata que la pandemia ha tenido una marcada influencia y que, a través de una extralimitación de las “restricciones y limitaciones a las celebraciones litúrgicas”, se ha agraviado a los creyentes frente a los no creyentes o a los fieles de religiones minoritarias en contextos más hostiles desde el punto de vista de la Administración.

Persecución y discriminación

En cuanto a la gravedad de los ataques, si hay un total de 62 países en los que se amenaza la libertad religiosa, en 26 de ellos se sufre, directamente, “persecución”, llegándose incluso al genocidio de minorías religiosas. En los 36 restantes, se habla de “discriminación” contra los creyentes por su condición.

Por credos, los cristianos son el grupo que más padece esta persecución a nivel mundial. En cuanto al ideario de quienes cometen tales actos liberticidas, hay 43 estados autoritarios, 26 naciones en las que se propaga el extremismo islámico y hasta cuatro en el que las raíces se encuentran en la influencia de movimientos nacionalistas étnico-religiosos.

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