En el medio de las conversaciones que el equipo del Ministerio de Economía mantiene con el Fondo Monetario Internacional para cerrar un acuerdo por la deuda, La Comisión Episcopal de Pastoral Social dio a conocer ‘La deuda externa y la deuda social’, donde expresa el desafío que tiene la Patria de atender a la deuda pública sin dejar de atender las deudas sociales.
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No es la primera vez que la Iglesia argentina sostiene que “las obligaciones emergentes de situaciones creadas por la deuda externa no pueden y no deben soslayar la mirada ética respecto de los compromisos con la deuda social que nacen, precisamente, de un orden económico que ha privilegiado la especulación financiera por encima de la producción y el trabajo digno“.
Creen oportuno recordar, en este tiempo, expresiones de la encíclica ‘Laudato si” del papa Francisco, sobre “la conexión que existe entre la justicia para los pobres, la solución de los problemas estructurales de la economía mundial y la protección del medio ambiente”.
Para ellos, es necesario corregir los modelos de crecimiento, incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras.
Recordaron que, en el 2020, San Juan Pablo II sostuvo que “la carga del endeudamiento hace que el margen de acción del Estado se vea fuertemente limitado por las obligaciones que deberán pagarse en los próximos años”.
Deuda extraordinaria
La comisión, encabezada por Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora, destaca que, después de 20 años, toca volver sobre el hecho consumado de la deuda extraordinaria, y plantea algunos cuestionamientos: cómo evitar que su reconocimiento no condene al hambre y la miseria a millones de compatriotas, y cómo hacerlo sin sacrificar el crecimiento económico, la inversión pública y la atención de los más necesitados.
Pidieron que el país asuma el protagonismo para definir el propio desarrollo cultural, civil, social y económico, de modo de poder construir y afianzar un modelo que tenga como eje central la producción y el trabajo”.
Rescataron una declaración de la Pontificia Comisión de Justicia y Paz en la que menciona que “No se pueda hipotecar de tal manera la casa común –nuestra Nación en este caso- sin los consensos necesarios y sin el establecimiento de las responsabilidades emergentes”.
Los miembros de la Comisión Episcopal destacaron que “la deuda social es la gran deuda de los argentinos”. Detrás de las estadísticas hay rostros e historias de sufrimiento y lucha por sobrevivir. “Es un problema ético que nos afecta en nuestra dignidad más esencial”, dijeron.
Instaron a profundizar acciones con el compromiso de la dirigencia para sustentar la solidaridad, la educación y el diálogo social, el encuentro sectorial, el trabajo, la dignidad de las familias y el crecimiento económico. La producción y la economía social deben ser las “condiciones imprescindibles para una economía con rostro humano que, a partir de saldar la deuda social, pueda honrar sus compromisos con la deuda externa privilegiando la protección de los más vulnerables”.