La psicóloga Silvia Álava publica ‘¿Por qué no soy feliz?’ (HarperCollins), en el que habla de la importancia de entender que el interés que le ponemos a las cosas no está reñido con conseguir nuestros objetivos, sino con ajustar expectativas. “¿Por qué tanta prisa?”, nos pregunta, para aconsejarnos: “¿Y si disfrutamos del camino y valoramos los pequeños detalles de nuestro día a día?”.
PREGUNTA.- Nuestra vida tiene sentido si tenemos felicidad pero, ¿su constante búsqueda nos produce el efecto contrario?
RESPUESTA.- Así es. El problema lo tenemos cuando nos preguntamos qué esperamos de la felicidad. ¿Cuál es la definición a la que queremos aspirar? Si entendemos que es estar alegres, sintiendo emociones positivas las 24 horas del día… vamos por muy mal camino. Es completamente imposible. Hay que entender qué es la felicidad, que se parece más a estar en calma, en paz con uno mismo y alineado con nuestros valores.
P.- ¿Con qué nos autoengañamos más?
R.- Con muchas cosas. Depende de la persona y su historial. Pero debemos tener cuidado porque tenemos una idea en la cabeza y, para confirmar esa hipótesis, ya se encarga nuestro cerebro de ‘fijarse’ en aquellas cosas que la confirman. El autoengaño no es buena estrategia porque tapa un problema en lugar de darle la solución. Es echar balones fuera con una película mental para que nuestra autoestima quede menos dañada.
P.- ¿Dónde está el punto intermedio entre asegurar nuestra vida pero no vivir esclavos de las metas?
R.- Es muy importante tener muy claro qué es lo que queremos y, antes de decidir, pararnos y ser conscientes. “Conócete a ti mismo” rezaba el templo de Apolo en Delfos: ¿cuáles son tus puntos fuertes y cuáles los débiles? ¿Es viable lo que te has propuesto? Aquello de ‘tú puedes con todo’ es mentira igual que ‘si quieres, puedes’. Puedes no tener los recursos ni las habilidades ni el tiempo. Hay ilusiones que nunca serán un objetivo, sino una fantasía. (…)
P.- Un entrevistado me decía que quería creer porque la gente con fe es más feliz…
R.- Está muy estudiado que la espiritualidad es una de las cosas que nos ayudan a potenciar nuestro bienestar emocional. Tener algo que nos guíe es positivo. No tiene que ser una religión en concreto, sino entender la vida con una cierta trascendencia. (…)