En 2020 comenzaron a ver la luz en Francia algunos testimonios contra el sacerdote Georges Finet, fallecido en 1990. Auténticas denuncias de abusos que generaron un auténtico revuelo en los ‘Foyers de Charité’, los hogares de caridad, de los que es uno de los fundadores junto a la mística Marthe Robin. Ahora, el Vaticano ha nombrado al cardenal Jean-Pierre Ricard, arzobispo emérito de Burdeos, como delegado pontificio para los Foyers de Charité, con el fin de “gobernar la asociación, temporalmente”.
- PODCAST: Las víctimas de abusos, en el centro
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El delegado pontificio para los Foyers de Charité será el encargado de “gobernar la asociación” con “plenos poderes”. Este nombramiento se produce poco después del aplazamiento de la asamblea general de la asociación, prevista del 5 al 19 de enero, a una fecha posterior “debido a las grandes dificultades para llevar a cabo esta asamblea”, según el decreto del dicasterio para los laicos, la familia y la vida.
Tomar las riendas
El dicasterio también justifica su decisión por las “dificultades en el gobierno de la obra” y las “peticiones de varios miembros de la asociación y de obispos solicitando una intervención directa del dicasterio en el gobierno de la asociación”. Por ello, el delegado deberá acompañar a los miembros de la asociación “en una relectura del carisma y una clarificación de la eclesiología que subyace a la vocación de los Foyers”. Una tarea en la que le asistirán dos vicedelegados pontificios, Michel Dubost, obispo emérito de Évry-Corbeil-Essonnes y el director del Collège des Bernardins, Laurent Landete –quien ya realizaba esta tarea desde julio de 2021–, según ha publicado La Croix.
En declaraciones a dicho medio, Laurent Landete ha destacado que ante los “fracasos” y “abusos”, la “Santa Sede ha creído conveniente tomar las riendas”. Hasta ahora, en los Foyers de Charité se había creado, hace dos años, una comisión de investigación independiente para analizar los testimonios de abusos físicos y psicológicos de Finet. Dicha comisión elaboró un informe con los testimonios de 26 mujeres, la mayoría menores de edad en el momento de los hechos, víctimas de tocamientos y preguntas intrusivas por parte del sacerdote. Algunos de las conclusiones del informe fueron rechazadas por antiguos residentes de uno de los centros de la institución. Otros sacerdotes y miembros han sido objeto de investigación. A esto se suman las sospechas sobre la fundadora, definida como un “fraude místico” en algunos círculos teológicos.
