Tras señalar que no falta quien juzgue como una novedad, una moda transitoria o una ocurrencia personal del papa Francisco su insistencia de que la Iglesia católica sea sinodal, el cardenal mexicano Felipe Arizmendi aseguró quien afirme esto simplemente desconoce la historia de la Iglesia.
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En su artículo semanal difundido a los medios de comunicación, el responsable de la Dimensión para la Doctrina de la Fe en el Episcopado Mexicano señaló que de una forma u otra, con más o menos consultas, la Iglesia siempre ha procedido así, y citó algunos ejemplos para ilustrar el proceso sinodal como parte esencial en la vida eclesial.
La sinodalidad en tres pasos
1. El cardenal mexicano citó en primer lugar el hecho de que el papa Pablo VI instituyera el Sínodo de los Obispos, hace más de 50 años, demostrando que, sobre todo desde el Concilio Vaticano II, se ha querido consultar a la comunidad eclesial sobre diversos temas.
“Siempre se ha enviado a todas las diócesis, organismos y universidades eclesiales, un formulario para consultarles sobre el tema del respectivo Sínodo; lo que pasa es que muchos nunca tomaban en cuenta esa consulta y nada aportaban”, aseguró.
2. Recordó que también para la elección de nuevos obispos siempre se hace una amplia consulta al Pueblo de Dios, pero de una forma muy discreta y reservada. Lo mismo ocurre con el nombramiento de nuevos párrocos, pues el obispo escucha de diversas maneras a la comunidad, pero no se hace una consulta pública, como si se tratara de una asamblea para proceder por mayoría de votos.
“La Iglesia no es un sistema democrático, sino una comunidad participativa con un responsable jerárquico”, dejó en claro Arizmendi.
3. El Código de Derecho Canónico –continuó– sobre todo en su actualización de 1983, ha ordenado que en todas partes se establezcan diversos consejos, para que el obispo escuche al Pueblo de Dios antes de tomar decisiones. Algunos de ellos son el Consejo Presbiteral, el Consejo de Economía, el Colegio de Consultores, y el Consejo de Pastoral, en el que participan también laicos y religiosos. En muchas diócesis hay, además, Consejo de Laicos, Consejo del Seminario, Consejo de la Vida Consagrada, aunque a veces con otros nombres.
“La sinodalidad no es, pues, una moda, sino un modo de vivir la Iglesia como comunión, como Pueblo de Dios, en el que participamos todos. No se quita la autoridad episcopal o parroquial, sino que se promueve la participación de todos los bautizados”, señaló el cardenal, y concluyó haciendo un llamado específico a los fieles.
“Si tu párroco o tu obispo te invitan a expresar tu palabra sobre distintos asuntos eclesiales, expresa lo que, en oración, el Espíritu te inspire, siempre dispuesto a acatar la decisión de quien preside la comunidad eclesial. Y si no te invitan, busca la forma de hacerles llegar tu opinión, en forma respetuosa, pero clara e incisiva”.
También pidió a la feligresía proponer los cambios que consideren necesarios para que la Iglesia viva mejor su vocación y misión. “No digas que no te importa, o que no han pedido tu opinión; tú eres parte viva de la Iglesia y ésta depende también de ti. Animo y a participar”.