Hace un año y medio la actriz catalana decidió vender todo lo que tenía e instalarse al otro lado del charco para probar suerte en el mundo de la interpretación. Vive a caballo entre Los Ángeles y Ciudad de México y desde que llegó no ha parado de trabajar. La vida le sonreía hasta que un accidente de tráfico ha estado a punto tirar por tierra toda su dicha.
- PODCAST: El grito de las víctimas de abuso
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PREGUNTA.- Dice que está viva de milagro, ¿qué pasó?
RESPUESTA.- El 9 de diciembre casi pierdo la vida. Conducía yo. No recuerdo bien qué es lo que pasó, pero me desperté en un hospital después de haber perdido el conocimiento y haber sido intervenida. Se me veía hasta el cráneo porque mi cara explotó contra el cristal. Como consecuencia del impacto se me arrancó todo el cuero cabelludo, me abrí la ceja, el párpado…
P.- Su mejor enfermero habrá sido su hijo Javier Sagrera que, además ¡es piloto de coches!
R.- Sí, él vino enseguida a México en cuanto le llamaron para comunicarle que su madre había tenido un accidente. Vino desde Londres, ciudad en la que vive desde hace dos años porque está compitiendo en la Fórmula 3 Británica.
Nueva carrera en América
P.- ¿Qué tal le trata la profesión en el país azteca?
R.- La verdad es que estoy muy contenta aquí. He retomado mi carrera de actriz desde hace dos años y estoy muy feliz aquí por la acogida que estoy teniendo. Aquí no conocen a Mónica Pont como personaje, solo conocen a la actriz y eso es precisamente lo que vine buscando. Partir de cero y que se me reconociera por lo que llevo trabajando desde hace muchos años. Y no me va nada mal, porque ya he trabajado en distintas telenovelas y tengo nuevos proyectos. (…)
P.- En México la fe se vive de un modo muy medular, muy intenso… ¿Ha habido algún cambio espiritual en su vida desde que está allí?
R.- Pues sí, pero no tanto por estar aquí, sino más bien, por lo que me ha pasado a raíz del accidente. Siempre fui una persona creyente, pero quizás ahora creo más. Siento que hay alguien en algún lugar que decide qué día naces y que día te vas. Y contra eso no puedes hacer absolutamente nada. (…)