Han pasado tres décadas desde su fallecimiento, pero el distrito de Puente de Vallecas, y, especialmente, el barrio del Pozo del Tío Raimundo, tiene aún hoy muy presente al padre José María Llanos, aquel hombre que, dejando de lado sus propios privilegios y haciendo gala de unas convicciones tremendamente arraigadas, acudió a la zona más deprimida de Madrid para llevar no solo el pan, sino, también, la esperanza.
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Su legado ha continuado a pesar de que él, desde febrero de 1992, ya no está. El pasado 10 de febrero, efeméride del fallecimiento del jesuita, la junta municipal del distrito y la Fundación José María Llanos organizaban un acto conmemorativo en la plaza Pozo del Tío Raimundo, junto al monolito levantado en recuerdo del sacerdote.
Juan de Dios Morán, actual presidente de la fundación José María Llanos, no conoció al jesuita en persona. “Me incorporé como profesor en septiembre de 1992, y él había fallecido en febrero”, relata a Vida Nueva. “Lamentablemente no puedo hablar de manera directa de él, pero sí que puedo hablar de lo que ha sido su obra después de 30 años”, dice, convencido de que aún queda mucho de ese hálito que tenía en el momento de su fundación.
Metas a largo plazo
“Para mí es una inspiración”, asegura. “Fui elegido presidente hace cuatro años y, durante este tiempo, he tratado de poner en valor algunos de los principios fundamentales que no podemos olvidar”, apunta. El primero, señala Morán, es que “cuando realizamos una labor social estamos haciendo un servicio público. Esto es muy importante”, explica, “porque Llanos siempre tenía presente que lo que se realizaba, lo que se hacía, debía ser visto como un servicio público. Por lo tanto, se alejaba totalmente de lo que era ‘dar ayuda’.Buscaba metas a largo plazo”.
Por otro lado, el presidente de la fundación asegura que el padre Llanos hablaba de que “había que educar a ciudadanos y ciudadanas del mundo, que se sintieran responsables de lo que es el mundo. Fue un auténtico precursor de eso que ahora llamamos aldea global”, asegura. Morán destaca también la capacidad de diálogo. “Al padre Llanos le gustaba a veces incluso politizar o debatir”, señala.
“Él tenía unos principios sociales y culturales férreos, pero, a pesar de todo, siempre buscó y aceptó que en la mesa hubiera todo tipo de ideas, las que nos gustan más y las que nos gustan menos. Esa capacidad de diálogo y de encuentro para buscar la concordia creo que es un legado muy importante del padre Llanos, porque lo transmitió también en el momento histórico que le tocó vivir”, asevera.
Amplia oferta de formación
La fundación actualmente tiene, dentro de su labor, un centro de educación Secundaria y FP llamado 1º de mayo, que fue fundada por el padre Llanos en 1961. Actualmente tiene 500 alumnas y alumnos. Cuando el jesuita lo fundó solo había chicos y solo se ofertaba FP. “Era un centro dedicado a formar a los chavales de este barrio tan humilde, en el que había 80.000 personas que vivían en chabolas”, explica Morán. Ese centro, sin embargo, ha ido creciendo, ahora es mixto y tiene cinco ciclos formativos.
Además, la fundación gestiona una escuela infantil, también fundada por el padre Llanos, y que ahora atiende a 120 niños y niñas de 0 a 3 años. Asimismo, tiene la Escuela de Hostelería del Sur, la que da servicio desde 2001 y está abierta “a quien quiera acceder a ella”. No obstante, el proyecto más grande que se ha creado recientemente, según detalla Morán, es el Centro Mujer Madrid. “Es un centro integral donde se atiende a mujeres en situación de vulnerabilidad, especialmente víctimas de violencia de género”, apunta.