Tras el ataque de Rusia a Ucrania desencadenado en la madrugada del 24 de febrero, se viven horas muy difíciles para los ciudadanos de ambos países que viven en España. Así lo atestigua Andrey Kordochkin, deán de la catedral de Santa María Magdalena, la principal comunidad rusa ortodoxa de Madrid. En conversación con Vida Nueva, asegura que “la mayor parte de nuestros fieles son ucranianos, y compartimos su dolor”. En este sentido, su deseo es que “termine la guerra fratricida y no repitamos el pecado de Caín”.
Además, el presbítero, fiel al Patriarcado de Moscú pastoreado por Kirill, comparte con esta revista el mensaje pastoral que ha dirigido en este momento tan complicado a los fieles de su comunidad. Palabras que buscan ser un abrazo en medio del dolor y que se inician así: “Queridos amigos, durante los 18 años de mi ministerio en Madrid, hemos vivido muchos acontecimientos, tanto alegres como dolorosos. La prueba en la que nos vemos sometidos hoy también nos toca a pasarla juntos”.
A continuación, se dirige directamente “a nuestros feligreses ucranianos, a aquellos cuyos familiares, por primera vez, se estremecieron ante los sonidos de los ataques aéreos y las explosiones, a aquellos cuyos seres queridos defienden a su país en las filas de las fuerzas armadas. Mentalmente, abrazo y bendigo a cada uno de vosotros”.
En este sentido, apela al entendimiento que ha marcado su convivencia todos estos años: “Tratemos de no enfurecernos. Recordemos que ni una sola persona, por el hecho de su nacionalidad y ciudadanía, puede ser culpada por las acciones de las autoridades de su país. No descarguemos nuestra ansiedad en contra de los familiares, amigos y vecinos”.
En este punto, Kordochkin apela a la figura de Onufriy, metropolita de Kiev y toda Ucrania (fiel al Patriarcado de Moscú, frente a cuya figura emergió en 2018 la Iglesia Autocéfala Ucraniana, pastoreada por Epifanyj, más próximo al Patriarcado de Constantinopla de Bartolomé) y cita unas palabras suyas de estos días: “Los pueblos ucraniano y ruso salieron de las aguas bautismales del río Dniéper, y la guerra entre estos pueblos es una repetición del pecado de Caín, que por envidia mató a su propio hermano. Tal guerra no está justificada ni por Dios ni por los hombres”.
Con el fin de manifestar esa fraternidad, el responsable de la comunidad ortodoxa rusa de Madrid recuerda que, “como siempre, las puertas de nuestra catedral están abiertas a todas las personas de todas las nacionalidades”. Además, esta misma tarde, a las siete de la tarde en el templo, “realizaremos una oración por la paz en la tierra ucraniana”. Mañana sábado celebrarán “un servicio conmemorativo, durante el cual recordaremos, además de a nuestros seres queridos, a todos aquellos que ayer esperaban celebrar la próxima Pascua con sus familiares, pero que ya no se lo podrán hacer. Oremos a Dios para que la cantidad de estas personas no aumente”.
El deán también anuncia que se suspenden una serie de actividades parroquiales, pues “apenas alguien de nosotros es capaz de regocijarse y sonreír”. Sin embargo, concluye, “nadie cancelará la fiesta de Pascua. Espero que podamos celebrarla juntos con estas palabras: ‘¡Levántese Dios, y sean esparcidos sus enemigos, y huyan de su presencia quienes lo aborrecen!’”.